III

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La locura es la salida de emergencia. Puedes salir y cerrar la puerta a todas esas cosas espantosas que sucedieron. Puedes encerrarlas para siempre.

«Esa carta decidía el futuro de Izuku. Si la carta decía que lo aceptaban, tal vez, solo tal vez, los ojos de Izuku recuperaron algo de su singular brillo y no tomaría la decisión que podría marcar la historia del país...»

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Izuku se había quedado dormido mientras miraba la carta. Cuando despertó, lo primero que hizo fue buscar la carta para asegurarse que su mente no le había jugado una mala broma con tantas cosas que le abrumaron anoche. Pero para su sorpresa, la carta era real y no una ilusión. Con miedo y cuidado agarro la carta, como si de algo frágil se tratara, avanzo con ella hasta la cocina, abrió un cajón y saco una navaja, camino hasta posarse frente a la estufa de gas.

Ahora, frente a la estufa, abrió con la navaja el sobre de la carta, deposito la navaja a un lado, suspiro profundo y saco la carta que se hallaba doblada en pliegues. La extendió de forma lenta mientras cerraba los ojos, rezándole a cualquier deidad que le escuchara para que la carta contuviera lo que el esperaba. Cuando la extendió por completo abrió sus ojos y leyó lo que la carta decía. Ni siquiera llego a la mitad de la carta cuando decidió quemarla.

La carta provenía del colegio para policías. Lo habían rechazado.

Hace 2 meses Izuku se había presentado a la comisaria para rendir un examen para ser agente de policía. Ese examen era su respaldo de cualquier emergencia o sabotaje que surgiera con su sueño de ser héroe.Un día, después de que Katsuki volviera a mofarse de sus sueños, decidido se acerco al colegio de policías y rindió el examen. Cuando termino el examen, le avisaron que sus resultados serían entregados en un sobre y tardaría entre uno o tres meses en llegar a su casa. 

Pues ahora esa carta ardía, se quemaba junto con el brillo de los ojos de Izuku. 

Esa respuesta era todo lo que quedaba, ahora toda su vida se reducía a cenizas, como la carta. Fue un momento efímero en el cuál su esperanza había regresado, pero así como de rápido llego, así de rápido se marcho y esta vez llevándose de por vida el brillo de los ojos de Izuku.

Aún faltaban dos años para poder aplicar a la universidad, su sueño era aplicar a AU. Si quería aplicar a AU, necesitaba entrenar, así que se le ocurrió aplicar al colegio de policías ; aún siendo menor de edad, podía entrar como aspirante y cuando cumpliera la edad requerida, podía convertirse en un policía. El quería usar el entrenamiento de los policías para impulsar su oportunidad para ir a AU, si fracasaba, todavía le quedaba el puesto de oficial de policía, donde aun así podría salvar una que otra vida y cooperar con los héroes.

Pero se lo habían negado una vez más. Todos eran iguales, maltratando su sueño y mofándose de él... 

Mientras la carta terminaba de quemarse soltó unas pequeñas chispas, iguales a las explosiones que Katsuki producía, esto le pareció irónico. Kacchan siempre le había dicho la cruel verdad pero él se negaba a aceptarla. Que su ultima pedazo de sueño despareciera junto con unas explosiones  justo iguales a las de su amigo de la infancia, era como si Kacchan estuviera ahí le dijera "Te lo dije maldito Deku", esto solo hizo que un sentimiento desconocido aflorara en el interior de Izuku.  

Cuando la carta finalmente se consumió por completo, Izuku regreso a su habitación y se cambió. Salio de su cuarto usando una sudadera blanca y un pantalón deportivo negro, se acerco a la entrada de la casa, se puso sus típicos zapatos rojos y salió. En cuanto salió se puso la capucha de la sudadera y emprendió una caminata sin destino fijo, solo se dejaba llevar por sus pies.

Lo que no te mata, solo te vuelve mas... ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora