Problemas-no-políticos

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Sebastián Piñera:

Sin darme cuenta, había abierto los ojos.
Lo primero que vi fue un gran techo.
Había despertado. Estaba en la cama que comparto con María Cecilia.

¿Había estado durmiendo?
¿Desde cuándo?
¿Qué pasó anoche?

Giré primero la cabeza y luego el torso hacia mi izquierda. Donde dormía mi cónyuge.

No estaba.
¿Por qué no estaba?
Generalmente yo soy el primero en levantarse.
Me acomodé sentado en la cama, y tomé mi celular (esos aparatos de mierda, son lo primero y último que vemos en el día) para revisar la hora.
5:48.
En dos minutos se suponía que mi alarma debía sonar.
¿Por qué se había levantado tan temprano?
Traté de recordar lo que había pasado anoche.

El sueño me llenaba de pies a cabeza, por lo que asumí que tuve que haber dormido poco.

Recordaba a un hombre vestido de azul.
Un hombre azul.
¿O era un zorro?
Pero, ¿Cómo sería un zorro?

Aunque...

De a poco comencé a ver todo de manera más visible.

Anoche....

...Fui con el chico zorro a una discoteque. No recuerdo cuál.
Me recordó bastante a mi infancia.
En uno de esos lugares conocí a la Maria Cecilia.

El chico besaba como nadie.
O quizás yo sólo no estaba acostumbrado a su tipo de beso.
Esos besos modernos, franceses.
Así que lo dejé hacer todo el trabajo.

-¿Por qué me había metido con un huevón? ¿Por qué? Soy Sebastián Piñera. Yo no hago eso.
Yo no le soy infiel a mi mujer, menos con una persona de mi mismo sexo - pensé. ¿Cómo miraría de nuevo a mi esposa a los ojos si tenía metido en la cabeza el recuerdo de haberme tirado a un hombre que más encima andaba disfrazado? 

Bueno, últimamente me he ido distanciando de mi esposa.
Estar con ella dejó de ser divertido hace un tiempo.
Antes todo era interesante con ella.
Tenía cosas por descubrir, y estar con ella era algo nuevo.

Pero ahora, todo se había vuelto muy predecible.
Estar con ella era aburrido.
La conocía tanto como yo me conocía a mí mismo.
Así que estar con ella era como estar conmigo.

Ya no era un reto, no había gratificación.
Me gustaba más cuando intentaba conquistarla y debía esforzarme.
Pero ahora, que estábamos casados y vivíamos bajo el mismo techo, ¿Dónde estaba la diversión?
Ya sabía que yo le gustaba y ella sabía que a mí me gustaba.
Todo había perdido el "aliño".

No habían momentos incómodos, los que me proponían superarme día a día.
No tenía que esforzarme.
Y los abrazos y besos eran cosas de todos los días, por lo que perdieron su valor para mí.

Antes de recién pololear, imaginaba que con ella estaría feliz para siempre.

Pero yo necesitaba algo nuevo.
Algo menos aburrido.
Alguien con un pasado distinto que aún tuviera cosas por descubrir.
Algo más.

No es como que María Cecilia no me haya agradado como persona, era tan sólo que... Le perdí el gusto.
Aunque, como honorable presidente de la nación, no podía separarme.
Menos en este momento.
¿Qué pensaría la gente?
No, no podía.

El otro día, mi esposa fue a no me acuerdo qué café con la doña Lucía, y llevó un diccionario ruso.
Pero, yo no sospechaba de ella.
Qué estúpido sería.

Oh, hablando de los rusos; se han vuelto un gran problema.
Ellos han estado -
La alarma sonó.
Ya debía irme.

Bajé a tomar desayuno a la cocina.

Chúpalo Karol Dance // Una historia de DegeneraPresidentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora