Observo el reflejo que me devuelve el espejo frente a mi atónita. Me muestra una cintura definida bajo el encaje de un precioso vestido color blanco con destellos plateados en la cinturilla. El escote es fino y lo suficientemente alto mostrando solo un pedazo de piel sobre los pechos. Mi cabello lacio está recogido en un moño desordenado con pequeños mechones ondulados cayendo a los costados de mi cabeza y mis ojos marrones son cubiertos por una espesa cortina negra que enmarca mis pestañas. Termino mi larga evaluación con los ojos empañados y me recuerdo que llevo prisa.
Dios, aún no me hago a la idea que es verdad. Estoy atrapada. Voy a casarme con un hombre que solo busca destruirme y no puedo hacer nada para evitarlo. Me ha cerrado todas las salidas. Se me ha inculpado injustamente de la pérdida de las tierras de San Cristóbal y el patrimonio familiar de los Espinosa.
El anuncio de la boda más esperada del año ha recorrido los encabezados del periódico, la radio y los televisores a lo largo de toda la vieja España. Y con él, el comienzo de un matrimonio infeliz consumado en las cenizas de la venganza. Mi tormento.
Las condiciones eran bastante claras. Obediencia y sumisión. La vuelta y saldo de las cuentas del rancho Santander, ó el desalojo del hombre que ha cuidado de mi desde que era pequeña y el exilio definitivo de San Cristóbal hacia Venezuela para no volver a vernos nunca más. No había cabida para el razonamiento. Las cartas estaban echadas sobre la mesa y no me quedaba más que jugar con la corrida de sus espadas.
Las paredes de la habitación nunca me parecieron más pequeñas. Estaba asfixiándome dentro y fuera del vestido. Con regocijo me pellizco las mejillas para adquirir un poco de color. El abuelo Agustín me observa desde la silla detrás del espejo. Le sonrío con calidez y me giro para verle directamente a los ojos.
- Es hora.- Anuncié aplicando un gloss natural en los labios.- Vamos a salir de esta, Tata.- Juntos, como lo hemos hecho siempre.
El abuelo negó con la cabeza acongojado.
- No puedo permitir que cometas esta locura.- Exigió con la voz temblorosa por el sentimiento.- No puedo entregarte en matrimonio si no me prometes que vas a ser feliz.
Me hinque frente a él tomándole la mano.
- Voy a estar bien, lo prometo Tata.- Afirme con los ojos empañados.- El miedo atravesó sus facciones.
- No lo permitiré.- Aseguró tajante. No vas a casarte, al menos no en estas condiciones y no con ese hombre. No voy a ser partícipe de tu dolor.
Le miré afligida sopesando sus palabras.
- ¿No vas a acompañarme? ¿Quién va a entregarme si no eres tu Tata?
Me mordí la lengua y guarde un gemido dentro de mi boca. El era la única razón que tenía para continuar con esta locura. Mantenerlo a salvo y lejos del coraje de Álvaro. Podía soportarlo todo, su desprecio, su infidelidad, su venganza y su maltrato. Todo para no perderle a él. No a Agustín. Este hombre que con cariño ha sido mi roca y viento. No puedo derrumbarme ahora, el es todo lo que tengo.
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Efímeros
ChickLitSinopsis. Maximiliano Saavedra tiene todo bajo control. Desde los cigarrillos que se consumen en su escritorio hasta el bufete de abogados más importante del país. Sin embargo, nunca imaginó que al viajar al otro lado del mundo a resolver un caso e...