Sinopsis.
Maximiliano Saavedra tiene todo bajo control. Desde los cigarrillos que se consumen en su escritorio hasta el bufete de abogados más importante del país. Sin embargo, nunca imaginó que al viajar al otro lado del mundo a resolver un caso e...
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Capítulo 9.
La noticia de la muerte de Marlo Rodríguez corrió como pólvora por los noticieros en la última hora. Marlo era un criminal aunque de bajo de riesgo con gran potencial de expansión, lideraba un pequeño grupo de mafiosos en la frontera del norte de México. De acuerdo con el último reporte; dos hombres, ambos secuaces de Marlo y una mujer no identificada estaban siendo trasladados a la penitenciaría en donde serían previamente identificados para su posterior captura.
Tenía el corazón atenazado, aterrorizado de que pudiesen haberle hecho daño. Si ese era el caso, no iba a perdonármelo nunca. Yo la lleve al restaurante y era mi deber regresarla a salvo al despacho, no entregarla como carnada a un par de delincuentes.
- Es la mujer de Álvaro ¿Cómo carajos se te pudo ocurrir meterla al bufete?
- Fue una jodida coincidencia Fábregas, no tengo tiempo para esto ahora, mi único interés es recuperarla sana y salva, de lo demás me encargo después.- Le respondí.
- ¿Ella lo sabe?
- ¿El qué?
- Quién eres, que trabajas para Álvaro, lo que estás haciendo...
- ¡Por supuesto que no! que clase de imbécil te parece que soy. Te lo dije antes y vuelvo a repetírtelo ahora, todo el asunto me parece muy extraño, me ha bastado conocerla un poco para darme cuenta que hay algo más siniestro detrás de todo esto.- El pelirrojo asintió conforme.
- Espero que sepas lo que haces.- Zanjó
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Baje de un salto cuando el auto se detuvo en la penitenciaría pasándome las manos por el pelo con nerviosismo. Joder tiene que estar bien, por favor que esté bien Dios... La localicé en el momento que crucé la puerta eléctrica, estaba sentada en un banco de cemento blanco en un pequeño cuarto detrás de unos viejos barrotes, me enfurecí al instante. ¡La habían encerrado con una mierda! la detalle de los pies a la cabeza en busca de alguna herida cuando su rostro se alzó hacia mí. Suspiré de alivio, >>está bien<< me repetí.
