Joaquín
Seguí maldiciéndome a mí mismo antes de entrar a la casa. Principalmente porque sabía que por el dolor que sentía en mi maxilar inferior. En ese momento pude confirmar la fuerza que tenía Kevin, me dejo inconsciente quien sabe por cuánto tiempo. Era obvio que tendría alguna marca o señal del golpe que recibí, eso se lo debía explicar a mamá y a Ren de una u otra forma se haría notoria. Y segundo, el no haber podido hablar más con aquel chico, me quedé embobado mirándolo y aparte le hice caso en solo descansar.
Tomé un suspiro antes de introducir la llave para abrir la puerta principal. Ya había pensado cuidadosamente qué les iba a decir como explicación el haberme ido, volver tan tarde y por último, el peor de los colmos, tener un gran moretón en la mandíbula. Obviamente les iba a contar todo lo que había pasado con Kevin, esta vez sí fue la gota que rebaso el vaso.
Entré y como lo supuse, mi mamá estaba sentada en el sofá de la sala y al verme se paró de su asiento en un abrir y cerrar de ojos y se acercó a mi tomándome del cuello y observando mi moretón. Me separé un poco brusco de su agarre pues sentí dolor cuando me sujeto.
— ¡Por Dios Joaquín! ¿Qué te pasó? — su rostro reflejaba preocupación. Me sacudió un poco de los hombros al ver que no tenía respuesta y mis ojos se habían tornado cristalinos por las lágrimas que amenazaban salir de estos. Me dolía todo.
— Shh. Cuidado que despiertas a Renata y me duele un poco — lo que menos quería era tenerlas a ambas encima de mí pidiendo explicaciones. Aunque las dos estuviesen preocupadas, quería salir de todo esto de a una. Pero...
Pude escuchar unos pasos desde las escaleras, no podía estar pasando, mamá había despertado a Renata con sus gritos.
— ¿Ya llegó Joaquín? — caminaba hacia nosotros. Por como rascaba un poco sus ojos, llevaba un tiempo considerable durmiendo, pero se despertó completamente cuando me vio — Joaquín pe-pero ¿qué pedo? Mírate la cara, ¿quién te hizo esto? ¿Con quién estabas? — me tomo también del cara lo que me hizo quejarme.
— Estaba con... Kevin — dije con un tono de voz entrecortado, las lágrimas empezaron a salir como si hubiese abierto un grifo. Subí la mirada para ver a mi progenitora y a mi hermana, ambas abrieron sus ojos en forma de impresión, no podían creer lo que les estaba contando. No quería ni imaginar cómo reaccionarían con lo que faltaba.
— ¡Ya está, se lo lleva la chingada a ese hijo de su...! — empezó a gritar Renata y la interrumpí, aunque si tuviera razón en lo que quería decir sobre Kevin, debía aclarar todo.
— Espera, fue una equivocación, lo hizo sin querer pero... — esta vez me interrumpió ella.
— ¿Te está golpeando y lo estás encubriendo? Ya verá este pendejo. Mamá, trae el carro — empezó a camina hacía la puerta. Estaban como locas buscando todo, las llaves del carro, el gas pimienta y un tambo que algunas veces cargábamos por seguridad. Las detuve, todo parecía una locura, ambas estaban en sus pijamas, Renata tenía su cabello recogido en un bollito y mamá tenía una ligera bata de seda encima.
— ¡No lo hace! — grité y ambas quedaron perplejas por mi reacción. Seguí llorando y entonces todo salió...
— Me engañó... me engañó con Mauricio, con el que les dije que sentía desconfianza — ya no me importaba decirlo todo y llorar haciéndolo, Kevin se merecía todo menos aprecio, así me doliera, sabía que no podía merecer más que eso. Yo era la única persona afectada en todo esto.
Ambas estaban calladas, no lo podían creer, sobre todo mamá, siempre vio algo en nosotros que según ella, le hacía confirmar esa bella historia que al parecer tampoco funcionó en su relación con papá. Luego de mi 7mo cumpleaños, se separaron, papá dijo no sentir nada más por mi querida madre y se fue y en menos de un mes, el matrimonio Bondoni Gress se había disuelto.

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Extremos
عاطفيةJoaquín siempre ha creído en la antigua historia del "Hilo Rojo". Aquel que une a dos personas que desde que nacen, están destinadas a estar juntas. Sin importar que tanto se estire o se enrede, ambos extremos se atraerán, llegando así a ser el amor...