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CAPÍTULO 9:

Fracaso en la huída:


Nos habíamos quedado mirando, pero yo no lo miraba a él, ni siquiera miraba nada, solo pensaba en que casi mata a otro hombre con un pene de madera.

Adonis, mi secuestrador, me salvó.

Si lo analizaba, la situación era muy graciosa, solo que no lo era.

Su mano tocó mi cuello haciéndome salír de mis pensamientos y enfocarme en él.

—¿Él te hizo esto? —sus dedos se deslizaron por mi cuello y fueron bajando hasta mis pechos.

Me aparté.

—Responde—¿Desde cuando le importan las marcas en mi cuerpo?¿Desde cuando le importo yo?

—¿Para qué? No es como si te preocuparas— me alejé y él me sonrió, no fue una sonrisa bonita, presumida sí.

—Estás en lo correcto, no me preocupo porque no me interesas, pero la persona que me paga por tí si se preocupará y me matará si sabe que te han tocado— me dijo y como si me tuviera repulsión quitó su mano bruscamente. —Contestame— insistió.

—No— le dije.

Si le digo que el otro me violó sabrá que soy bulnerable y al carajo con mi plan.

—¿Segura? Él tiene la costumbre de golpearles la cabeza y violarlas— me contó y quise ir y patear al tipo que yacía desmayado en el suelo, pero no me moví.

—No me hizo nada— le aseguré.

—Bien vamos, aún no te hice mía y solo tengo tres días y medio para llevarte, tenemos prisa— gruñó, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida.

Necesito pastillas— pensé mientras me apresuraba a alcanzarlo.

—Necesito una farmacia— le pedí. Sus pies frenaron y se giró en mi dirección.

Caminó con paso apresurado cortando la distancia entre nosotros hasta quedar a pocos centímetros de mí.

—¡Si no te tocó ¿Para qué quieres una farmacia?!— me gritó y le di la excusa que más rápido se me ocurrió.

—Me bajó la regla.

—Maldita, se suponía que sangrarias por primera vez conmigo en una cama no porque te bajó la maldita regla—! egó con la cabeza. —Vamos, hay una farmacia a un par de kilometros— murnuró de mal humor, tiró de mi mano entrelazando nuestros dedos y salimos de esa horrible y muy mal cuidada casa de muñecas.

Me subió a su feo coche y seguimos con el viaje, pero yo no podía sacarme al otro hombre de la cabeza ¿Por qué me había hecho eso?¿Se lo habían ordenado?

Los kilómetros pasaban y varios minutos después Adonis frenó el coche.

—Ya vuelvo— me informó, tomó la llave del auto y comenzó a trabar las puertas.

—Espera, yo voy— me adelanté y negó.

—No soy idiota, sé lo que planeas y no va a resultar— sin darce cuenta las llaves se le calleron y fueron a parar debajo del asiento.

Piensa, piensa Amnesia.

Una distracción, solo eso necesitaba.

¡Lo tengo!

Me acerqué peligrosamente a él y con mis labios cerca de los suyos repetí sus palabras:

—El primero era de prueba, el segundo solo placer— rocé nuestros labios, él rió y me besó de verdad.

Secuestrada Por Adonis {Libro 1}[Saga: Amores Peligrosos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora