7. Sin señales de inocencia

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La muerte de Leyla había sido el punto de partida para todo lo que nos cayo encima las semanas siguientes...

En el instituto, Mateo fue obligado por su familia a ir con el al colegio y recogerlo además de asistir al psicólogo, decían que podía estar tra umado luego de aquello.

Vanessa se emborrachaba en su propio trabajo e ignoraba el hecho del asesinato cuando gracias a eso a ella y a harley se les acercaban manadas de chicos queriendo follar con ellas, diciendo que era sexi estar con una homicida en libertad, algo irritante, para harley.

Para Scott y Malcom fue peor, algunos amigos se alejaron por aquellos y otros ahora hablaban de ellos a sus espaldas, ya nadie era real, pero ellos debían cuidar su reputación, mas Malcom gracias a su padre, el cual generosamente dono dinero al colegio solo para que los profesores olvidaran lo ocurrido y trataran a Malcom con normalidad.

Bella quedo sola, casi nadie se le acercaba, ni siquiera a por algún apunté, ni nada, siempre se la veía decaída, ella misma quiso asistir al psicólogo gracias a que no soporto aquello.

Los rumores habían salido del colegio y llegado a las calles, era realmente molesto, y amenazaba con destruir nuestras vidas...

...

Una vez sali de clase de química me dirige al baño, tenía realmente prisa.

Al llegar a la entrada un grupo de chicos salí entre risas burlonas imitando a alguien, algún chico el cual habían molestado de seguro.

Entre como si nada y fui directo a un cubículo, para mi mala suerte en el de junto estaba el chico llorando...

Salí a lavarme las manos mientras aun lo escuchaba llorar, llamemos a mi acto seguido lastima, solo lo hice.

Me acerque al cubículo y lo abri con brusquedad, iba a hacer un comentario sobre su llanto de niña pero al ver que era una realmente, me límite a callar.

Una sensación de rencor con lo mas parecido a la pena me llenaron y las deje estar.

No me veía, ni siquiera se digno a observar quien abrió la puerta con tal brusquedad, tampoco se detenía, no parecía tener vergüenza.

– ¿Tu también vienes a burlarte? - soltó aún sin verme.

– ¿De qué me tendría que burlar? - solté observando a mi alrededor. – ¿Si sabes que es baño de chicos no?. - formulé confuso.

Mi voz fue el motor que impulsó su silencio y su sorpresa, levanto rápidamente la cara y me vio pálida, sus ojos color miel estaban empapados al igual que las mangas de su sudadera rosa pálido, su cabello rubio amarrado en una dona un poco desecha era hermoso de admirar, lucia frágil, débil, y asustada, note que intento escapar pero no pudo al yo estar obstaculizando el paso.

No había visto a la chica, no me miraba a los ojos, no respondía, tenia que romper la incomodidad.

– Es el baño de chicos ¿no? - formule y Sonreí intentado calmar su sollozo.

– Si es, lo siento - se limitó a decir intentado sonar firmé, ¿porqué?, ¿me tenía miedo? De seguro.

– ¿Porqué se burlaban de ti? - formule tomando cólera de la nada.

– No quiero problemas - dijo aterrada aún sin verme.

– Ellos son tu problema no el mío, yo solo pregunto que sucedió - no obtuve respuesta de su parte. Fue curioso, quería una.

– Me temes no es así, por aquello de - no me dejo terminar.

– No importa, solo quiero irme - dijo y volvió a intentar salir, cedí y le di permiso, fue suficiente ver su teléfono en el tanque del inodoro para dejarla libre.

• Dark | El hijo del Infierno •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora