Ella era una niñera que cuidaba al hijo del embajador de Estados Unidos, él era un simple jardinero estadounidense que buscaba una vida tranquila después de tantas guerras.
Ambos eran tan distintos pero aquello les atraía, era simplemente extraño co...
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— Niño malcriado — Soltó por fin Ashtoreth
Su día había sido algo ajetreado, el pequeño lloraba demasiado, a pesar de ello había logrado darle de comer y bañarlo como era debido y ahora, vestido con ese trajecito de un cerdito rosado que se parecía demasiado al pequeño amigo del oso Winnie Pooh, había logrado hacerle dormir.
Se permitió sentarse en la silla de madera y descansar un momento antes de que el pequeño se despertara, reviso su reloj notando que ya eran las cuatro de la tarde con quince minutos y treinta y nueve segundos, bueno, cuarenta segundos, en un par de horas llegaría la señora Dowling y podría retirarse a su morada.
Ahora que lo pensaba, no había logrado ver al señor Francis en todo el día, había de suponer que sería rara la ocasión en que le viera, después de todo, ambos tenían puestos distintos en aquella casa y debían ejercer sus labores sino querían ser despedidos.
Guardo su reloj y saco su teléfono, presionó aquel botón que encendía el dispositivo y logro ver qué no había ninguna notificación, algo que no le sorprendía demasiado. Sus padres habían fallecido hace años, su hermana mayor se hallaba en la cárcel y su hermana menor prefería salvar su matrimonio con el imbécil de su esposo, no tenía amigos con los cuales salir a comer ni tampoco alguna mascota, fácilmente podría pasar por una mujer cuarentona y solterona.
Guardo su teléfono y se dispuso a guardar algunas cosas que había dejado en el transcurso del día, cosas simples como algunos peluches, la ropa sucia del infante y sus platos cuando le trajo una sirvienta de comer. Primero guardo las cosas y posterior a ello salió de la habitación con su plato y vaso en mano, bajo las escaleras y camino hacia la cocina.
— Buenas tardes — Saludo a las empleadas que estaban haciendo la comida
— Buenas tardes señora — Saludo una de las mujeres y tomo sus platos, soltó un pequeño "gracias" antes de retirarse de la cocina, caminando de manera intencional por los ventanales que daban al jardín.
Ahí vio al señor Francis, se hallaba recogiendo los sobrantes de maleza, pudo ver qué ya había varios costales llenos de la maleza que debió cortar en todo el día.
Admitía que el jardín se veía distinto a como lo vio en la mañana, tal vez le costaría un poco al jardinero lograr que el jardín estuviera impecable y lleno de flores por doquier, pero podía deducir que aquello valdría la pena.
Movió su cabeza de lado a lado con molestia por pensar en aquél hombre y volvió a subir las escaleras y cuidar al infante por lo que restaba del día.
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— Nos vemos mañana señora Ashtoreth
— Hasta luego señora Dowling — Se despidió antes de darse la vuelta y caminar hacia la parada de autobús donde se sentó a la espera de este, la mujer se había mostrado satisfecha con el cuidado que le dio a su hijo, aquello hizo que su ego creciera de manera leve, sabía que era la mejor en su campo, de aquello no había duda.
— Buenas tardes señorita Ashtoreth — Saludo alguien detrás de sí y, por más tonto que sonara, reconocía la voz de aquel jardinero tan educado.
— Buenas tardes señor Francis — Saludó, se movió un poco de su lugar permitiendo al contrario sentarse.
— ¿Un buen día de trabajo?
— Un buen día de trabajo señor Francis — Respondió notando la sonrisa que le otorgaba el albino, sonrisa que era imposible no corresponder de un hombre tan amable.
La conversación finalizó ahí hasta que ambos subieron al autobús uno detrás del otro, aún así el ambiente no se torno incómodo en ningún momento, simplemente no era aún el momento de hablar sino más bien de acostumbrarse a la presencia del otro.
El señor Francis bajo primero y le vio entrar a una librería, ella bajo cuadras después y camino hasta su departamento a paso tranquilo, abrió la puerta y la cerro con llave antes de ir a darles agua a sus plantas.
Ceno algo ligero, lavo sus dientes y se baño, se colocó un camisón de color negro, como la mayoría de su ropa, y posterior a ello se durmió envuelta en sus cobijas.
Al final no había sido un mal día, más bien fue un día tranquilo, y así quería que fueran los demás.
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Ya es lunes de hacer la suicidacion por qué la balanza no cuadra :D
OK no, es lunes e iniciamos la semana, algunos han de estar cansados y otros con toda la actitud del mundo, por lo que su servidor se ha dado a la tarea de escribir nuestra siguiente parte del fic, espero y que les vaya gustando y cualquier duda, sugerencia o mentada de madre, en la caja de comentarios.
