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Golpes, siempre recibía golpes, no había día que fuera libre de aquellos golpes que dejaban su piel morada

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Golpes, siempre recibía golpes, no había día que fuera libre de aquellos golpes que dejaban su piel morada.

— Eres inútil, no se cómo pude casarme con alguien tan inútil como tú

— Entonces déjame ir, eres un estúpido por seguir conmigo si sabías aquello — Le reto, su boca suelta siempre había sido uno de sus defectos, aún así sonrió al ver cómo este se ponía rojo de la rabia.

Los golpes que siguieron dolieron, pero ninguno borro la sonrisa que dejó haberlo callado.

Tenía dos hijos, sus angelitos hermosos que amaba más que nada en el mundo, verlos hacia que todo el dolor se esfumará y seguir con ese imbécil valiera la pena.

— Te quiero mamá — Decía el mayor, Jacob no era de dar mucho afecto pero todos los días le decía aquello, como si con ello quisiera que dejara de llorar por las noches.

Por sus sueños rotos, por su infelicidad, por los engaños y golpes que recibía día con día.

— Yo también mi niño, yo también — Respondía dejando de llorar, cuando llovía este dormía a su lado mientras que en la cuna a lado suyo dormía Will, su marido nunca dormía en casa y sabía por qué, aún así jamás se quejo de ello.

Aprender a ser una esposa ejemplar le costó meses a Beatriz, además de golpes, gritos e insultos pero podía alimentar a sus hijos y marido con lo poco que había en la alacena.

Todo parecía normal hasta aquel día, aquel día todo cambio.

"¿Castración?, ¡estás demente, amiga!" Decían sus compañeras en la prisión, aún así le felicitaban por lo que hizo.

Era un asqueroso cerdo y se lo merecía.

— ¿Lista para salir, Beatriz?

— Si, muchas gracias por todo, no se cómo pagarte — Agradeció a su abogado quien le sonrió, era apuesto, de eso no cabía duda alguna

— Una cena sonaría bien — Sugirió y negó

— Ahora quiero centrarme en mis hijos, buscar un trabajo, no me siento lista para ello — Confesó

— Esperaré lo necesario, Beatriz — Aseguro antes de señalarle la salida donde había tres siluetas a la lejanía — Tus hijos te esperan, ve con ellos

Beso su mejilla, viendo cómo este la toco de inmediato— Llámame algún día — Dijo antes de irse

— ¡Lo haré!

Sonrió antes de seguir su camino, salió de la prisión con sus pocas pertenencias que llevaba aquel día: un reloj, unos lentes oscuros y un par de libras.

Ahí estaba su suegra con sus dos hijos a lado suyo quienes corrieron a abrazarla, correspondió con fuerza aquel abrazo, finalmente estaba fuera de la cárcel, era libre.

Strange Love (Nanny Ashtoreth x Brother Francis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora