Ella era una niñera que cuidaba al hijo del embajador de Estados Unidos, él era un simple jardinero estadounidense que buscaba una vida tranquila después de tantas guerras.
Ambos eran tan distintos pero aquello les atraía, era simplemente extraño co...
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— ¡Papá! — Exclamó Warlock quien, a paso torpe, llegó a los brazos del albino quien le cargó en sus brazos
— Mi niño, ¿cómo te has portado?
— Bien — Respondió el menor quien ya podía decir algunas palabras de manera correcta y otras solo decía una o dos sílabas
— No le creas a ese niño, ha causado desastres desde el día que te fuiste, ángel — Se quejo la pelirroja colocando una mano en su cintura
— Warlock, ¿qué dijimos sobre portarte mal con Ashtoreth?, así te ponga esa cara enojada cuando quieres galletas, ella solo quiere cuidarte, si sigues así ya no te daré tu regalo
La palabra regalo fue suficiente para que el menor, quién había estado viendo las mariposas, pusiera total atención en el albino
— ¿Legalo? — Pregunto y Francis sonrió
— Te voy a dar un regalo si te portas bien, ¿te vas a portar bien?
— ¡Si!
— Francis, deja de malcriar al niño — Y antes de seguir regañando al mayor, quien hacía oídos sordos, este ya le había entregado un carrito de juguete color negro que el menor tomo y con el cual, después de ser bajado al suelo del jardín, se puso a jugar felizmente como cualquier niño de dos años
— ¿Decías algo querida?
— No, lindo juguete — Admitió, aunque en el fondo, muy muy en el fondo, también quería un regalo, aunque claro, ella no era una mujer interesada solo en los bienes materiales, no, ella quería a Francis
— También te he traído un obsequio si es lo que piensas querida, pero he de confesar que lo he olvidado en la casa, ¿una cena en mi casa sería suficiente para perdonar mi descuido?
— Un café con galletas sería perfecto para mí — Respondió y el albino sonrió
Posterior a ello, tuvo que llevarse al menor a comer mientras que el mayor empezaba con sus labores que no había hecho en esos días de vacaciones.
Probablemente no comería ese día por el trabajo que tenía y debía de admitir que era demasiado.
Pero como adoraba volver a Londres.
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