A pesar del vino, me desperté muy temprano, sentía la necesidad de pasar un rato a solas con mi violoncello antes de comenzar las clases del día. Me di una ducha rápida y desayuné lo de costumbre, leche con cereales, café negro muy aromático y tostadas.
Llegué a la escuela, que aún estaba silenciosa, solo se escuchaba el personal de limpieza y de las cocineras preparando el desayuno para las internas.
Traté de pasar desapercibida para que nadie me retrasara en mi práctica. Felizmente pude llegar sin inconveniente, y tener mi práctica matutina. Como siempre, el mundo desapareció en el momento en que abracé mi instrumento el tiempo se me hizo muy corto cuando escuché el timbre de entrada para la primera clase.
El resto de la semana traté de dar mis clases sin fijarme particularmente en Ana, y para el viernes me encontraba ya más tranquila.
Cuando finalmente llegué al departamento, Lil estaba ahí para recordarme nuestra salida.
-Vale Lil, ¿a dónde vamos?- estaba cansada y la verdad, arrepentida de haberle prometido a Lil salir.
-Tú solo te pone algo sensual, que yo te llevo.-
-¡A sus órdenes!- le hice una venia. Lil me corrió pegándome con la toalla con la que estaba secando su cabello ondulado y casi rojo. Me refugié en mi habitación, para descansar un rato antes de bañarme y arreglarme para salir.
Lil me llevó en su coche, un modelo algo viejo y destartalado que había heredado de su padre, al que ella adoraba porque siempre aceptó su lesbianismo sin objeciones. Íbamos por algunas callecitas medio perdidas que yo desconocía y finalmente estacionó en un lugar extraño, donde ningún cartel ni otra señal indicaba que hubiese allí algún local nocturno. Lil se dirigió a una puerta sin vacilar y golpeó. Se abrió la puerta solo unos centímetros y enseguida se escuchó a Lil:
-¿Qué pasa Alex? ¿Ya no te acuerdas de mí?-
La persona que había atendido, abrió la puerta de par en par, para luego automáticamente abrazar a Lil, que seguía riendo. La persona en cuestión era un travesti enorme, musculoso, de vestido fucsia con lentejuelas, peluca rubia y tacos imposibles.
Me quedé un poco anonadada ante lo que estaba viendo (no por prejuiciosa, si no por el extraño personaje en la puerta y con un poco de pánico por el lugar)
-¿Te vas a quedar ahí toda la noche?- la voz de Lil me sacó de mi contemplación.
No sé cómo, me encontré en un abrir y cerrar de ojos dentro de un pub lleno de gente, en su gran mayoría mujeres, sentada en la barra y con un trago en mi mano.
-Y ahora solo tienes que mirar y elegir- me gritó Lil al oído y guiñándome luego un ojo cuando se alejaba de mí para bailar con Susana, que al parecer nos había estado esperando ahí. La saludé moviendo mi mano en el aire, ella respondió de igual manera mientras Lil le plantó un beso enorme en el medio de la pista de baile. Música tecno, aparentemente uno de los más codiciados del ambiente underground. No es mi tipo de música, pero bueno…si ya estaba en el baile, mejor bailar.
Me quedé en la barra, mirando a mi alrededor, tratando de acostumbrarme y tomar coraje para moverme entre aquella fauna que me resultaba un tanto extraña. Como niña casi prodigio de la música, mi vida nunca había sido “normal” y todas las experiencias que adolescentes y jóvenes consideran propias y comunes eran para mí inexplicables y en muchas ocasiones, incómodas.
No sé cuanto tiempo estuve así en contemplación, pero ya iba por el tercer trago, cuando una voz a mi lado articula casi gritando:
-¿Piensás quedarte ahí sentada toda la noche o te puedo invitar a bailar?- me doy vuelta y veo que la voz provenía de una chica pelirroja, vestida con unos jeans y una remera negra ajustada con la imagen de Bette Davies impresa en color blanco.
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🎵🌜 UNA CUERDA DE VIOLONCELLO🌛🎵
Teen FictionSuena el timbre de entrada a clases, y como cada jueves desde hace un par de meses, mis manos empiezan a sudar casi descontroladamente... ESTA ES UNA ADAPTACION CREDITOS A SU ESCRITORA 🌛idgie🌜