siete

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En cuanto terminé el ensayo me dirigí al despacho de la directora a comentarle el caso de Ana. Ella no tenía idea de que Ana fuera tan buena pianista. Consultó con un miembro de la Junta, el encargado del concurso, quien propuso que presentáramos el dúo fuera de concurso, alegando que no sería justo con las demás alumnas, dado que yo soy profesional. Tenían razón, aunque no me gustara. Podía significar que Ana se retractase y perdiera la oportunidad de pasar más tiempo con ella. Le dije a la directora que lo consultaría con mi alumna y me retiré de su oficina.

Al día siguiente

-Profesora…

-Hola Ana- como siempre, verla me había sobresaltado. Estaba guardando mi cello para esperar a las alumnas que pronto llegarían al toque del timbre. Ella notó mi nerviosismo, y es que yo no podía disimularlo. Ana tenía el poder de desnudarme de todas mis barreras, de todo eso que una construye a lo largo de la vida para evitar el ojo escrutador del otro.

-Disculpe profesora…yo…sólo quería saber si había hablado con la directora acerca del concurso-

-Sí Ana, hablé con ella- le relaté el resultado de la reunión que había tenido. Ana pareció decepcionada y yo temía que no quisiera continuar con el proyecto que teníamos entre manos.

-Yo pensé que íbamos a poder participar…-sus ojos se oscurecieron durante un momento-Pero no importa, está bien que nos presentemos fuera de concurso.¿Cuándo comenzamos a ensayar?- me tomó por sorpresa.

-Eh…mañana mismo ,si te parece- mi corazón dio mil vuelcos en un segundo. Iba a tener cerca a Ana…

-Sí, no hay problema. ¿Aquí en la escuela? Preferiría un piano mejor que este.

-No te preocupes, encontraré un lugar y te avisaré-

-Aquí está el número de mi móvil, prefiero que me avise aquí y no en la escuela-me tendió una tarjeta

-Está bien Ana, en cuanto encuentre un lugar te avisaré-me tembló la mano al tomar el trocito de cartón y sin poder evitarlo sentí el leve roce de la punta de sus dedos en los míos.  Fue una extraña sensación, me estremecí y creo que retiré mi mano demasiado pronto. Ana no lo notó, o fingió no notarlo.

Como tantas otras veces, nuestra conversación se vio interrumpida por la llegada de las demás estudiantes. Comencé el ensayo y traté de olvidarme del roce y de que iba a estar a solas con Ana fuera de la escuela.

Las clases de ese día transcurrieron en forma anodina y gris, ningúna interpretación sobresaliente, nada brillante… Eran buenas chicas, pero sin mayor talento musical.

Llegué a la hora del almuerzo al departamento, casi en forma automática, como si ese espacio de tiempo se hubiera borrado, no recordaba haberme subido al auto ni si quiera si me había detenido en alguna luz roja. Puse la llave distraidamente en la cerradura, y mi mano, tan volátil como mi cabeza, dejó caer el llavero. Cuando pude finalmente recogerlo y entrar al departamento, agradecí la demora en entrar, porque escuché ciertas risas nerviosas, vi algunas sombras furtivas y como evidencia final, ciertas prendas de vestir que sus dueñas no llegaron a recoger en la huída.

-Lil, ¿es que vas a corromper cada rincón de este piso?- traté de que mi voz sonara enojada, pero es imposible enojarse con Lil.

-¡A estas alturas ya deberías llamar a un exorcista!- respondió Lil, la voz un tanto rara…preferí no responder para no enterarme de la razón de de su voz.

Fui  a la cocina, preparé una ensalada liviana y me senté a comer frente a la tele. Puse un documental cualquiera, necesitaba despejar mi mente antes del ensayo de la tarde.

🎵🌜 UNA CUERDA DE VIOLONCELLO🌛🎵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora