seis

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El resto de la noche no está demasiado presente en mi memoria, los acontecimientos  sucedieron como detrás de un biombo de neblina. Recibí felicitaciones, saludé a muchísima gente que no podría nombrar. Lill y Susana me rescataron y fuimos a cenar a un pequeño restaurante italiano. No estuve realmente ahí. Ellas lo notaron, pero no dijeron nada al respecto, supongo que la intuición no les fallaba.

El día siguiente era domingo, pensaba pasarlo en forma tranquila. Me desperté con un leve dolor de cabeza, producto de las emociones del día anterior y quizás el vino de la cena no me había sentado muy bien. No me cambié, solo me puse la bata encima del pijama y  preparé un buen desayuno que me llevé a la cama. Decidí ver una película Saraband, de Ingmar Bergman.

Dos horas y una caja de kleenex después, me levanté para inspeccionar las provisiones de la alacena y comenzar a improvisar algún almuerzo saludable. Pasé por mi pequeño estudio, ahí estaba mi cello. Me olvidé completamente del almuerzo, abrí el estuche del instrumento, lo saqué lentamente, como volviendo a conocerlo. Apoyé mi rostro en la caja y lo hice sonar, una nota grave y prolongada. Y sin pensarlo comencé a tocar el concierto de Elgar en Mi menor. Era una obra que nunca me había sentido emocionalmente preparada para abordar. Y ese día simplemente supe que estaba lista para hacerlo.

La noche me encontró aún enfrascada en esa tarea, cuando me ví interrumpida por la llegada de Lill.

-Hola cariño ¿aún en pijama?-

-Hola Lill, sí, decidí dedicarme a la holgazanería este domingo…-

-Ni tan holgazana, estabas tocando como poseída, me quedé un rato escuchando detrás de la puerta-

-Bueno Lill, tú sabes cómo es esto, a ti también te pasa lo mismo. Nuestro trabajo es también nuestra pasión-

-Sí tienes razón, pero ahora vas a dejar ese instrumento  y vas a sentarte conmigo y contarme qué mosca te ha picado- sus ojos escrutadores eran difíciles de eludir.

Guardé el violoncello y me dirigí a la cocina. Lill estaba pelando zanahorias para hacer jugo.

 -Veo que alguien sigue con resaca…- fue mi comentario.

-No cariño, es que te quiero sobria para que me cuentes todo con detalles-dijo mientras dejaba caer las zanahorias en las fauces de la ruidosa juguera.

Preparé unas galletas con queso cottage y nos sentamos a disfrutar de la magra cena. No esperé a que me preguntara, realmente necesitaba hablar.

-Lill, Ana estaba en el concierto, en el palco más cercano al escenario. Cuando la vi sentí que se me paralizaban las manos, y hasta me temblaban las rodillas. Verla me impactó, además de que nunca la había visto sin su uniforme escolar. Es realmente bella, ella me miraba fijamente y yo no podía sacarle los ojos de encima, no sé cómo pude comenzar a tocar, pero lo hice, y toqué solo para ella. Al final, entre los aplausos, volví mis ojos hacia ella y me arrojó una rosa-señalé el florero-la única que he conservado-

-¿Entonces?

-¿Entonces qué Lill?

-¿Qué sientes por Ana?

-No lo sé. No creo estar enamorada. Espero no estarlo. Sería demasiado complicado.

-¿Solo porque eres su maestra? Me has dicho que ella es mayor de edad, además las clases terminan en un par de meses.

-Sí Lill, eso es lo que hace que todo sea complicado. Ella es muy joven, aún en el caso de estar enamorada de ella, no creo que ella sienta lo mismo, y cuando las clases terminen, se irá a estudiar a alguna universidad, y yo me quedaré con el corazón destrozado. La verdad es que prefiero que nada pase y tratar de ahogar este sentimiento-

🎵🌜 UNA CUERDA DE VIOLONCELLO🌛🎵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora