quince

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Ana y yo nos encontramos por la mañana. Me informó que la fiesta sería el próximo viernes. Faltaban dos días, pero no nos inmutamos. La pieza estaba acabada y las dos éramos profesionales, aunque Ana no tuviera tanta experiencia frente al público. Me comentó que era una fiesta para los agregados culturales de cada embajada, con el fin de estrechar relaciones de colaboración. Yo me quedé pensativa al oír esto.

-Nat, ¿te sucede algo?

-Eh…no…Bueno, en realidad…Ana, aún no sé si me crees, o qué te ha parecido mi carta. Pero se me ha ocurrido que en esa fiesta puede estar Nanami, y la verdad es que no quiero verla ni tener nada que ver con ella. Además…está rara, no lo sé…temo que pueda hacer algo…fuera de lugar

-Nat, no te preocupes por ella ahora- Ana se había acercado a mí y me tomó el rostro entre sus manos-Tienes que estar tranquila, todo se solucionará-

-¿Lo dices de verdad?-su boca estaba demasiado cerca, irresistible. Me adivinó la intención y se alejó.

-Claro que sí, verás que saldrá todo bien. Además, no es necesario que te quedes en la fiesta, si no estás a gusto

-También conoceré a tu padre Ana, creo que si nos ve juntas se dará cuenta. Yo no sirvo para disimular.

-Tampoco te preocupes por él Nat, él sabe que me gustan las mujeres y es de mente abierta, no tendría objeción. Pero bueno, tampoco tenemos nada que ocultar

Me había asestado un golpe, aunque por la expresión de su rostro me di cuenta de que no había sido adrede.

-Nada… Tienes razón supongo- me sorprendió el tono de mi propia voz, tan cansada, triste.

-Ensayamos mañana en la embajada si te parece, para acostumbrarnos a la acústica del lugar, además necesito probar el piano de allí. Lo han hecho afinar hace un par de días. ¿Te parece?

-Sí, mañana al atardecer, antes no puedo, ensayos de orquesta…y de dúo con Nanami- Ana decidió ignorar esto último.

-Está bien, si te parece, te espero allí a las siete de la tarde.

-Allí estaré Ana

-Nos vemos entonces-estaba ya marchándose- Nat…procura descansar. No tienes buena cara.

-Trataré Ana, no te prometo nada.

-Hasta mañana entonces.

-Hasta mañana.

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Ana salió a tiempo para no encontrarse con Nanami, que venía a ensayar conmigo. Agradecí que así fuera, temía que Nanami pudiera decirle algo fuera de lugar, incomodarla, incluso agredirla de alguna manera.

Pese a los esfuerzos de Nanami por entablar conversación, por acercarse a mí, no logró nada. La verdad es que me resultaba chocante todo ese despliegue de seducción, todo ese esfuerzo vano. Estaba fuera de lugar, fuera de tiempo. Eso debía haber sucedido años atrás. Cuando eligió abandonarme en lugar de luchar por nuestra relación.

-¡Nat! ¿Me estás oyendo?- la voz de Nanami cortó mis pensamientos. Sonaba impaciente.

-No estaba escuchándote, no. Preferiría que nos remitiéramos a ensayar Nanami. No tengo ganas de oírte- Nanami no dijo nada, eso me sorprendió, pero la expresión de su rostro me dio miedo.

-Sigamos entonces. Desde el segundo movimiento

Continuamos tocando hasta la hora del ensayo de orquesta. La misma alegría que antes me producía verla, se había convertido en molestia, en incomodidad.

🎵🌜 UNA CUERDA DE VIOLONCELLO🌛🎵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora