Capítulo 3

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Durante el camino al teatro, no dejaba de mirar el sobre que yacía en el asiento de al lado; producía una atracción intensa, mi curiosidad estaba hasta el tope, sin embargo no podía detenerme, hoy había ensayo general y debía presentarme aunque tuviera algo más importante en mi mente.

_ ¿Dónde estuviste?_ escuché la voz inquisidora de Susana detrás de mí.

_ En algún bar de esta ciudad _ fue mi seca respuesta, no quería explicar nada y ella no tenía ningún derecho a interrogarme, aunque, por lo visto, esta insufrible chica se los atribuía.

Seguí mi camino hacia los camerinos, oyendo sin escuchar algo que salía de la boca de la"Ofelia" de mi "Hamlet". Apuré el paso, quería llegar a mi santuario, concentrarme para el ensayo; pero tenía claro que no iba a ser fácil lograr mantener el foco en mi actuación, el sobre que colgaba de mi mano y se balanceaba rítmico con mi andar, me perturbaba.

_ ¿Cómo entraste? _ pregunté con algo de molestia al abrir la puerta y percatarme de la presencia de una hermosa mujer de cabello castaño rojizo.

_ Tengo mis métodos querido, pero no puedo revelar mis secretos, ¿Cómo podría sorprenderte entonces?_ . Y la verdad es que me sorprendió, jaló una punta de la cinta, que mantenía el decoro de la bata de seda y deshizo el lazo. Con desparpajo me mostró sus deliciosos atributos, escondidos tras un corpiño de exquisitos encajes que hacía juego con la enagua transparente.

Se acercó seductoramente, no podía negar que mi amante era atrevida, se movía como felina y a mí me gusta eso de ella. Me rozó los labios ligeramente con los suyos y posó sus manos en mi pecho para ayudarme a quitar el saco. Al notar que había algo en mi mano que le impedía deshacerse de la prenda, intentó tomarlo

_ ¡Detente! _ le dije saliendo del frenesí que me había provocado su acercamiento. _ No cruces los límites Klays_. La aleje suavemente pero con decisión, coloqué el sobre dentro de una gaveta del buró y lo cerré con llave.

Ella se mantenía de pie cerca de mí, con los brazos cruzados en su pecho, exhibiendo aún más sus voluptuosidades. Yo terminé de sacarme el saco y lo lancé al sillón. Ella me sonrió. Tomé sus brazos con ambas manos, empecé a besar sus hombros para luego ir bajando hacia las colinas que me invitaban un festín.

_ Toc Toc, señor Graham, en cinco minutos al escenario _ interrumpió Adam, el asistente de Robert.

_ ¡Uf! Que inoportuno _ bufó Karen molesta _ no importa señor Graham, en mi casa tengo una botella de vino esperando por usted _. Se anudó la bata, me dió un beso suave y se marchó contoneándose.

Lo que Karen no sabía es que yo tenía otra cita, con un sobre amarillo que también me tenía sorpresas <<quizás no tan placenteras como la tuya, pero igual o más excitante>> medité. Terminé de enfundarme en mi papel de Hamlet y salí hacia el escenario.

Susana personificaba excelentemente a Ofelia, debo reconocerlo, y Robert estaba muy complacido por eso; pero la expresión de fastidio de una Karen sentada tras bambalinas, hizo que le sonriera con consideración. Yo sabía lo mucho que mi compañera nocturna se había esforzado para obtener el papel y me sentía más cómodo con ella. La prefería, habíamos hecho juntos Romeo y Julieta unos años atrás; sin embargo Karen Klays quedó como la Ofelia suplente.

Recuerdo bien el día de la audiciones, ya yo tenía el papel de Hamlet asegurado, así que anduve merodeando para ver quiénes compartirían conmigo esta puesta en escena tan ambiciosa. Cómo soy algo impaciente, había subido a la azotea a fumar y matar el tiempo, de repente apareció Karen azotando la puerta y gritando con toda su rabia

_ ¡Maldita Susana Marlow! ¡Maldita Ofelia! ¡Maldito Robert! Grrrr

_ "¡Vaya que tenéis una lengua que corta! "_ recité unas líneas de Ofelia, me pareció una jugada pertinente que sacaría a la hermosa chica de su furia.

Las cenizas de los ArdleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora