Capítulo 5

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La Señorita Baker aceptó gustosa alojar a Patricia en su casa y la chica, después de superar el asombro y la vergüenza, estaba más que complacida. Habíamos acordado no ventilar el asunto Ardley, nos limitamos a decir que alguien se había enfadado por un artículo y estaba recibiendo amenazas.

Esa noche cenamos juntos, la mismísima Eleanor Baker había cocinado para nosotros. Nos permitimos un poco de distracción; contamos muchas anécdotas del teatro y mantuvimos una amena conversación hasta que se hizo la hora de irme a casa.

_ Aquí vas a estar a salvo, no debes temer,¿Cierto Eleanor? _ le apreté los hombros con mis manos y le hice un guiño a mi madre.

_ Por supuesto querido _ se acercó a Patricia y la abrazó, para luego mirarla a los ojos y decirle _ Paty linda, siéntete como en tu casa_ y la fue  encaminando hacia las escaleras mientras le decía_ te va a encantar la habitación que tengo preparada para ti.

Ambas me despidieron con un gesto de la mano y continuaron su camino.

<<Tener una madre tan famosa, es muy oportuno en este momento, no hay un lugar más protegido en los suburbios.>> Con este pensamiento conduje hacia  Manhattan.

Estaba agotado, pero no quería ir a mi apartamento, así que estacioné el auto cerca de Central Park. Empezaba a nevar, me ajusté la bufanda y emprendí mi caminata , quería enfriar mis pensamientos.

Recorrí solo unos cuantos metros cuando llegué a la banca donde, hace apenas un par de semanas, había encontrado a Candy. Me senté, acaricié el frío concreto y sin quererlo, unas lágrimas abandonaron mis  ojos, sentí una profunda tristeza. Aún no entendía el porqué tenía esa sensación de deja vu cada vez que me venía a la mente su carita pecosa.

Saqué un pañuelo para secar la humedad de mi rostro y, justamente, ante mis ojos se levantaba magnánimo el Dakota. Sin pensarlo mucho y a pesar que era cerca de la media noche, me dispuse a atravesar la Central Park West. De repente divisé una figura extraña, un hombre alto en un abrigo ocre con gorro marrón, iba  con prisa, y sin saber porqué, fui tras él.

Traté de seguirlo con el sigilo de un gato; con todo mi ser, intenté  no ser notado, volverme invisible. El hombre se detuvo y olfateó el ambiente, husmeando entre la mezcla de olores nauseabundos. Avanzó desconfiado unos metros y  entró en un apartamento que tenía un símbolo extraño en la puerta; no lo podía distinguir desde donde me encontraba.

Mi corazón latía desbocado, quizás delataría mi posición, sin embargo me arriesgué a acercarme, para observar el emblema

Mi corazón latía desbocado, quizás delataría mi posición, sin embargo me arriesgué a acercarme, para observar el emblema

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          HAZ TU VOLUNTAD

El verlo con detenimiento, hizo aumentar mi curiosidad al grado de la estupidez y pegué la oreja de la madera para tratar de escuchar.
<<Estoy enloqueciendo>>.

No hubo sonido por un rato
y cuando me disponía a salir del lugar

_ amada Lilith no me niegues tus favores esta noche, soy tu esclavo para toda la eternidad _ decía una voz masculina suplicante. Percibí jadeos mezclados con lamentos, después de unos golpes que pudieran ser latigazos.

Las cenizas de los ArdleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora