Después de dar algunos argumentos no muy reales, Robert Hattaway accedió concederme unos días para ir a Chicago. Prometí estar de vuelta para el primer ensayo general. Así que tomamos el tren esa misma noche, para ganar tiempo.
Patricia miraba por la ventana, observando el paisaje nevado, a la vez que su mano derecha tamborileaba sobre la mesa donde estaba su desayuno sin tocar. La chica había estado sumida en una vorágine de eventos terroríficos, su mente analítica trataba de dar explicaciones lógicas a lo que sucedió
_ supongo, entonces, que la única salida de esta dinastía maléfica es la muerte; como sucedió con Anthony, Stear y la propia Candy _ habló por fin.
Yo asentí no muy convencido, aunque las pruebas estaban frente a mi. Todo parece tan increíblemente imposible en esta época, cuando la electricidad ilumina a las funestas supersticiones. Pero las recientes experiencias, ponen a prueba al pragmatismo más ortodoxo.
Extendí el árbol genealógico Ardley después de pedir que nos despejaran la mesa. Seguí la línea desde antes de los MacLeod , hasta donde hay una unión con los Mackenzie. A esta altura sucedió el incendio del Castillo Ardvrek y a partir de allí sólo aparece el apellido Ardley.
_ Aquí hay un escrito espeluznante _ dijo Patricia señalando un libro que ella había encontrado en la biblioteca _ dice que el espíritu de una niña vaga por las ruinas del castillo y que el espectro corresponde a la hija de uno de los jefes del clan MacLeod, quien recibió la ayuda del diablo para construir el castillo a cambio de que la joven se casara con él. _ hace una pausa para mirarme con los ojos muy abiertos y continuar _ La pequeña, presa de la desesperación, decidió arrojarse a las frías aguas del lago desde la torre más elevada de la fortaleza, muriendo ahogada.
Patricia cerró el libro, llevó sus manos a la cara tapando sus ojos y negando con la cabeza.
_ No sigas por favor, vamos a esperar llegar a Chicago y hablar con el Padre Paul. Tengo la esperanza de que nos podrá ayudar _ tomé sus manos con las mías y las apreté ligeramente. No rechazó mi consuelo esta vez. Mostró una sonrisa triste y después de darme una palmadita en mi antebrazo tomó el libro y ajustando sus lentes, continuó
_ Hay otra coincidencia con lo ocurrido en la mansión ; parece que el incendio que destruyó el Castillo de Ardvreck, se produjo por la caída de un rayo, pero las circunstancias por la que se produjo el fuego son un misterio.
Asombrados ante lo que aparecía en un libro tan viejo como esas leyendas escocesas de las que se refería, decidimos guardar las evidencias y esperar encontrarnos con el sacerdote. Sin embargo tomé el cuadernillo de Candy y lo guardé en el bolsillo de mi chaqueta. Me tomaría un tiempo a solas para revisarlo; faltan unas cuantas horas todavía para arribar a Chicago.
Una vez en mi compartimiento, me liberé del saco, extraje el pequeño libro y me tumbé en un sillón gamuzado. Pasé las hojas rápidamente para elegir una parte al azar, y comencé a leer
" Hoy Albert me llevó a cabalgar, recorrimos gran parte de la zona oeste de los terrenos que pertenecían a la familia. La verdad, es una propiedad enorme.
Llegamos a una cabaña lujosa, pero abandonada y llena de animales. Albert los trataba con familiaridad, se siente agusto entre ellos y yo también. Hacía tiempo que no compartíamos de esa manera. Puedo decir que me sentí feliz por ese breve momento.
Todo cambió cuando empezó a hablar de su pronta presentación ante los ancianos del clan y su nombramiento como patriarca. Me sentí intimidada, más bien asustada, porque percibí un brillo extraño en sus ojos y una mueca de arrogancia que nunca le había visto.
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Las cenizas de los Ardley
Fiksi PenggemarMi primera publicación es un pequeño cuento realizado para un evento de Halloween, dónde presenté una historia un poco espeluznante. Si son sensibles a temas demoníacos y a ver a sus personajes favoritos hacer cosas inimaginables, entonces es p...