Capítulo 4

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   Con cuidado tomó el único banco vacío que quedaba en el salón y lo llevó hasta donde el grupo de jóvenes se encontraba. Una vez ubicado, se sentó y sacó las cosas de su mochila.

   Doug echó un vistazo a su alrededor disimuladamente. La muchacha le había indicado que pusiese el banco en el medio entre ella y una muchacha rubia muy bonita que no paraba de lanzarle miradas.

-Hola. – Lo saludó ésta.

-Hola. – Contestó Doug con una sonrisa.

-Soy Kaidence. Veo que ya conociste a mi amiga Lana. – Comentó, haciendo una seña a la muchacha que se hallaba a la derecha de Doug.

-Oh, sí. – Contestó. – Fueron muy amables al invitarme a sentarme aquí.

   Kaidence soltó una risita y le guiñó un ojo a Doug.

-Lana, este tipo no es de los nuestros. – Comentó un muchacho rubio muy musculoso que se hallaba sentado detrás de Kaidence. – Solo escucha como habla.

-Dale una oportunidad, Noah. – Le contestó Lana frunciendo el seño. – Ya viste lo que pasó con Harris.

-No lo sé, no confío en él. – Interrumpió el muchacho moreno que había visto más temprano en la oficina. Éste se hallaba sentado al lado de Kaidence, y delante de él estaba su amigo gordito.

-Adam no seas un imbécil con el tipo, ni siquiera lo conoces. – Lo reprendió éste, dándose la vuelta para participar en la conversación.

-Cállate Doyle. Yo sé de lo que hablo, hermano. – Insistió el moreno. – Tengo una habilidad para éstas cosas, lo presiento. Es como un sexto sentido o algo.

-Por Dios, Adam. – Comentó un muchacho que se hallaba detrás de Adam.

   Doug lo observó por algunos segundos, tenía el aspecto de un indigente. Su ropa estaba muy vieja y le quedaba grande, y tenía el cabello oscuro tan largo que le llegaba a los hombros. Además, apestaba a cigarrillos. Se lo podía oler incluso desde donde Doug estaba sentado.

-Yo creo que el chico está bien. – Interrumpió Kaidence, luego de guiñarle un ojo. – Muy bien.

-Hermano, aléjate de ella, tiene herpes. – Le lanzó Adam en forma de broma. Luego, la risa de su amigo Doyle se escuchó por toda la clase.

   A decir verdad, todo lo que estaban diciendo se escuchaba por toda la clase. Hablaban muy fuerte y, al parecer, a nadie le importaba.

   ¿Sería que el resto de los alumnos le tenía miedo a aquél grupo? ¿Y el profesor? ¿Por qué sería que no les llamaba la atención? Aquellos muchachos estaban conversando en el medio de la case como si todas las demás personas no estuvieran allí, y nadie parecía darse cuenta.

   Doug se mantuvo callado mientras la discusión seguía. Al parecer, aquél muchacho Adam no confiaba en él, decía que pensaba que estaba aliado con el director Harris de alguna manera. El chico rubio, Noah, decía que no era “uno de los suyos” (fuera lo que fuera que eso significase). Lana y Kaidence, que se hallaban a ambos lados de él, se la pasaron lanzándole miradas durante todo el rato, y de vez en cuando soltaban algún comentario en la defensa del muchacho.

   De hecho, Doug notó que solo dos personas no formaban parte de la conversación. Una muchacha morocha muy delgada y pequeñita que se hallaba sentada al lado de Noah, y la muchacha de cabello blanco. Ésta se la había pasado todo el rato con cara de aburrimiento y la mirada perdida.

-Carajo, Lana, ¡que no es de los nuestros! – Soltó Noah con enfado. - ¡Míralo! Quiero que se vaya de nuestra zona del salón. Ahora.

-Oye, no seas así con el chico. – Interrumpió una muchacha con rulos que, al parecer, se llamaba Darly. – No te ha hecho nada.

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