Capítulo 22

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   Corinne se halló a sí misma petrificada observando la escena que estaba tomando lugar frente a sus ojos. Incapaz de reaccionar, se dedicó a mirar con horror como los dos muchachos que más quería en el mundo se abalanzaban uno encima del otro y comenzaban a golpearse en el suelo.

   Noah logró atinarle un par de golpes en el torso y en la cabeza al indefenso y, claramente menos musculoso y entrenado morocho antes de que Doug, Adam y Doyle lograsen separarlos.

-¡Voy a matarte! – Le gruñó con ira Colt al rubio mientras su amigo gordito lo sujetaba de los hombros, apartándolo algunos centímetros de Noah. - ¡Juro que te asesinaré! ¡Sé dónde vives, hijo de puta!

-¡Tú eres el que comenzó todo esto, Colt! – Respondió éste, mirándolo con el ceño fruncido y aún algo de confusión en la mirada. - ¡Tú eres el que me ha golpeado en un principio! ¿Acaso no ves que aún no comprendo por qué me odias tanto repentinamente?

-¡Te odio porque eres un maldito…!

-Tú… - Interrumpió Corinne con la mirada perdida en el suelo y los ojos abiertos con algo de sorpresa. Acababa de caer en la cuenta de lo que estaba sucediendo. – Colt, tú… - Continuó hablando. No era su intención hacerlo, pero no podía controlar su cuerpo, las palabras simplemente continuaban saliendo de su boca sin restricciones. - ¿Acaso te has puesto celoso? – Se sonrojó, pero continuó hablando, llevando por fin su penetrante mirada a los ojos marrones del morocho. Éste se había congelado mirándola con los ojos como platos. – ¿De Noah y… yo?

   Colt tardó varios segundos en responder, al parecer, se había quedado sin palabras por primera vez en su vida. Corinne, sin embargo, entendía el porqué de aquella reacción. Las palabras que acababan de salir de su boca eran algo completamente inusual en ella. Aquel tipo de osadía no era para nada su estilo.

-Pues… - Habló finalmente. – No sé si lo describiría como “celos”… - Pronunció aquella última palabra con dificultad, como si no quisiera decirla por nada en el mundo, como si fuese una obscenidad. – Simplemente no me gusta la idea. Él no es el tipo para ti, es un mujeriego. Tú te mereces a alguien que vaya a cuidar de ti y claramente él no es el indicado, Corinne.

-¿Qué te hace pensar que no soy capaz de cuidar o de amar a alguien? – Interrumpió el rubio con mucho enfado. A decir verdad, ahora sí que se veía furioso. Corinne supo que Colt había dicho algo que le había resultado realmente hiriente.

-Vamos, imbécil, no me vengas con esto ahora. – Respondió el morocho, restándole importancia al comentario de Noah, como si la respuesta a aquella pregunta fuese demasiado obvia como para siquiera contestarla.

-¡Deja de tratarme como a un pedazo de mierda! – Gritó el rubio con los ojos algo vidriosos. - ¡No lo soy! ¡Deja de mirarme como si no valiera nada!

   Corinne supo que aquel muchacho se estaba quebrando. Allí, en ese mismo instante, Noah Jeremiah Talley estaba perdiendo su tan dura e impenetrable máscara frente a todos.

   Supo instantáneamente que no se avecinaba nada bueno.

   Todos voltearon hacia él con sorpresa, algunos de ellos comenzando a notar aquel extraño cambio en el rubio. Sin embargo, Colt no pareció reparar en ello.

-Pero es que… eso es lo que eres, Noah. – Murmuró. – Antes creía que debajo de toda la mierda que nos dejabas ver todos los días había un buen tipo. Creía que muy, muy debajo de toda aquella basura de “chico malo” había algo que en verdad valiera la pena. Pero ahora veo que no es así. No tienes respeto por nada, ni siquiera por una mujer como Corinne, y eso es algo que no permitiré. No dejaré que la atraigas a uno de tus estúpidos actos, la uses y luego la tires como haces con todas tus chicas. No dejaré que sea tuya…

-¡Ni siquiera me gustan las mujeres, Colt! ¡No quiero robarte a Corinne! Simplemente la quiero, soy capaz de querer. Es mi amiga y me preocupo por…

   De repente, la fuerte voz del rubio se apagó. Sus ojos se abrieron con terror y fijó su mirada perdida a lo lejos por algunos segundos, cayendo en la cuenta de las palabras que se habían escapado por accidente de su boca.

   Corinne se llevó ambas manos a las sienes con terror mientras observaba al rubio, preocupada por él.

   Supo instantáneamente el daño que aquellas simples seis palabras causarían en la vida que Noah tanto se había esforzado por construir, y se maldijo a sí misma por ser la causante de todo aquel malentendido.

   Mierda, mierda, mierda.

McWayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora