Capítulo 18

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   Colt pausó el videojuego al que había estado jugando durante los pasados cinco días, y se restregó los ojos con las manos.

   Le costaba mucho admitirlo, pero quizá ya se había comenzado a aburrir de matar zombies.

   El muchacho se puso de pie, se estiró, bostezó y se dirigió al pequeño cuarto de baño que se hallaba junto a su habitación. Entró y se observó en el espejo durante algunos segundos.

   Se veía como la mierda.

   Tenía los ojos rojos e hinchados de tanto estar frente a la pantalla de su computadora y su cabello (ahora corto) estaba despeinado de una manera que Colt no había creído físicamente posible. Un gran mechón de cabello morocho se había pegado a su frente y se negaba a sumarse al resto de la melena, por más que el muchacho intentase aplastarlo para atrás con sus manos con todas las fuerzas que tenía. Además, Colt pudo ver un pequeño destello amarillo en el costado de su cabeza al moverse un poco para observarse mejor. Una vez se llevó la mano a la zona, descubrió una papa frita completamente adherida al costado derecho de su cabeza, justo por encima de la oreja.

   El morocho rió y forcejeó con la papa para que ésta se despegase de su cabello y luego, cuando ésta se halló en su mano, llegó a dudar sobre la posibilidad de comérsela.

-Colt. - Lo llamó su madre desde la otra habitación. - Amor.

-¿Qué? - Preguntó el morocho con un grito, mientras se dirigía al excusado con ambas manos sobre el bóxer que había llevado puesto durante quién sabía cuánto tiempo.

-¿Qué quieres cenar? - Volvió a hablar la mujer. - ¿Quieres que ordene comida china?

-¿Qué te parece si pedimos pizza? - Sugirió el muchacho con un grito mientras cerraba los ojos con alivio al liberar aquella cantidad de líquido de su cuerpo. Luego, se acomodó el bóxer y salió del baño con una mano sobre su barriga, rascándose.

-Claro, como tú quieras, cielo. - Gritó su madre.

   Colt, al entrar a su habitación, se quedó parado frente a la computadora durante varios segundos, considerando el volver a sentarse a jugar videojuegos durante toda la noche. Sin embargo, recordó que llevaba varios días seguidos haciendo aquello mismo y que, posiblemente, si continuaba así, comenzarían a salirle hongos y su culo se adheriría a la silla como aquella papa se había adherido a su cabello.

   Decidió que aquella noche se comportaría como un ser humano decente, así que se dirigió al cuarto de baño nuevamente y, en dos minutos, se hubo duchado y echado desodorante en todo el cuerpo. Luego, se paró frente a su armario y, teniendo tan poco de donde elegir, no tardó mucho en tomar las pocas prendas que habían robado con Corinne y vestirse a toda velocidad.

   Aquella maldita ropa lo hacía parecer un maricón, pensó.

   ¿Acaso ya habría pasado una semana del pacto con Corinne?, se preguntó, dudoso.

   Ya quería dejar de ser tan jodidamente limpio.

   Una vez hubo terminado de prepararse para salir, tomó su teléfono y llamó a la morocha, tenía muchas ganas de hablar con ella. Quería ir a visitarla. Habían muchos temas que debían discutir aún: Su borrachera, el pacto que habían hecho, su problema alimenticio, Darly...

   Sin embargo, no había oído de ella desde aquél horrible día, y no podía esperar para volver a verla.

   Con el teléfono pegado a su oreja, caminó dando círculos dentro del reducido espacio de su habitación, esperando a que la morocha atendiese. Sin embargo, luego de varios segundos de espera, su llamada fue enviada al contestador de Corinne.

   ¿Por qué no atendía?, pensó con enfado.

   Volvió a llamar. Nuevamente, su llamada fue enviada al contestador.

   Colt hizo pucheros como un jodido niño caprichoso y se arrojó sobre la cama. Aquella morocha siempre llevaba su celular encima, si no atendía era porque estaba ocupada haciendo algo más que no fuese estar en su casa aburrida como él había supuesto, pensó. Que no atendiese significaba que no estaba en su puta casa.

   ¿Dónde podía estar si no era en su casa? ¿Qué otra jodida cosa tenía para hacer? ¿Acaso estaría con alguien?

   ¿Algún tipo?

   Oh, no. Él no toleraría aquella mierda, pensó. Era demasiado tarde para que una jovencita estuviese fuera de su casa haciendo... lo que fuere que aquella descontrolada estuviese haciendo. ¿Acaso aquella chica no tenía límites?

   ¿Y si se estaba tirando a Adam? Aquel imbécil era muy capaz, Colt ya había visto la manera en que observaba a Corinne...

   Quería algo con ella.

   Oh, sí. Seguro estaba con Adam, pensó.

   El morocho se puso de pié de un salto y, con el ceño fruncido, salió de su habitación. Atravesó la cocina en dirección a la puerta de salida y, una vez se vio parado frente a ésta, recordó que su madre había ordenado las pizzas.

-Mamá, voy a salir. - Gritó para que la mujer lo escuchase desde la otra habitación del pequeño departamento en que su padre, ella y él vivían. - Vuelvo dentro de quince minutos. No empiecen a comer sin mí.

   El morocho no esperó a la respuesta de su madre, simplemente salió por la puerta y se dirigió al elevador a toda velocidad.

   Iría a buscar a Corinne a su casa y, si no la hallaba allí, buscaría la manera de localizarla. El muchacho soltó un bufido.

   Tenía que cuidar de ella como si fuese un bebé.

-Jesús, ésta chica. - Soltó con cansancio.

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