Tierras Rojas

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Lo oí hace mucho tiempo; se volvió una leyenda, su amor traspasó los límites del tiempo, la historia cuenta cómo protegieron el mundo, sin distinguir fronteras; cuenta su amor durante 200 años; y como después de todo, ascendieron a las estrellas de dónde venían, para seguir amándose en ellas… Pero no todo podía ser felicidad; dicen que el rey amó tanto este mundo y tanto a su reina, que al subir al cielo, una parte se fue con ella; y otra parte de él quedó en las sombras, cuidando desde aquella oscuridad el mundo que construyeron e hicieron prosperar…



En las noches sin luna, dicen que pueden aún verlo transitando los extensos campos buscándola, esperando verla bajar como aquel día en que abrió la tierra al llegar en tiempo de guerra, en que le devolvió el ser perdido en su interior; y cuando la soledad invade el corazón de los hombres, dicen que son los propios sentimientos del rey que traspasan y se asientan en todos quienes tienen alguna pena en el alma… Aquel rey que había quedado en la tierra, sin importar el deber autoimpuesto por este mundo, no dejaba de amar a su reina…



Me pregunto ¿por qué recuerdo esta leyenda ahora?... Es cierto… la recuerdo porque miro sus estatuas de piedra, rozando el pie hecho de piedra de la reina estelar; lo recuerdo porque la siento; lo recuerdo, porque soy yo…



Año 620 del Calendario del Imperio Humano
Centro de la capital, Centoria
Octubre, 24



Aún puedo sentir tú aroma… tú sabor… cuido el reino que formamos, el mismo que amaste; hay veces en que me pregunto si me recuerdas… no al hombre que ahora está a tú lado tomando de ti lo que por más de 200 años fue mío… si no al rey que lleva tatuado en su interior tu esencia…



Mis ojos se llenan de lágrimas, sí, lo hacen a pesar de los años sin ti, de sólo pensar que no exista en tú mente memorias de mí; guardo en mi corazón la esperanza de que tal vez… sólo tal vez… en algún rincón escondido de tu mente… aún siga yo… “Sigo amándote… mi reina… Asuna”



“Recuérdame”; se diluye mi voz en el vacío…



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Año 430 del Calendario del Imperio Humano
Cabaña en las afueras del pueblo de Ruild
Octubre, 24



Asuna aún dormía, nuestro descanso había llegado a su fin, problemas con los sembradíos en los territorios colindantes con el territorio oscuro, estaban trayendo descontento a los pobladores, uno que no sentíamos desde hace ya 40 años atrás…



Mi mente divagaba en las posibles respuestas al porqué de lo que sucedía, me senté en la silla mecedora que traía a mi corazón el sentimiento nostálgico de un viejo mundo; y con mi reina caminando descalza hasta mí, sentándose en mi regazo, con el sonido de un ronroneo invadiendo mis oídos, la calidez de ese atardecer se me hacía embriagante, lleno de una felicidad que sólo la mujer de ojos de miel que se acunaba a mi cuerpo me daba…



—No importa el mundo; amo cuando haces eso — su risa flotó en el ambiente, lo hacía a propósito… también sentía esa vieja nostalgia… — quería dejarte dormir un poco más… — un ligero puchero abandonó su boca como sonido…



—Te amo… — levantó su rostro a mí… su aroma me invade — debemos volver… — susurra sobre mis labios; miro su boca, imposible resistirla… el beso lento y apasionado escala con facilidad en mis sentidos… ¿cuántos años ya?... mas la sigo sintiendo mi necesidad…



—Lo sé — hablo en medio de la caricia, mis manos ya habían trepado bajo el ligero camisón; ese día seguía siendo nuestro aniversario… hace ya tantos años…

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora