Al final del Camino

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Año 430 del Calendario del Imperio Humano

Palacio Imperial, Obsidia

Noviembre, 02


La velocidad a la que iba, era abismalmente varias veces la del mismo sonido, su gabardina transformada en negras alas dejaban sus plumas caer, cruzando el cielo, mientras en su rostro se formaba un gesto de esperanza, y ante el solo pensamiento de que si llegara tarde no la encontraría, la descarga de elementos aéreos se intensificó.

No podía permitirse perderla; pero aún le faltaban algunas horas sin descanso hasta llegar a los cielos de Centoria, la tarde comenzaba a caer, tiñendo el cielo de acuarelas claras de tintes rosados, que pasaban velozmente por su lado, aunque el paisaje era efímero a sus ojos azules como acero, estaban fríos, expectantes.

—Asuna, Asuna, Asuna — repetía su nombre, una y otra vez en su mente.

Es que sentía que había sido un completo idiota al dejarla volver a usar aquel arte; y ante la sola posibilidad de que Asuna se haya desconectado por la carga en su fluctlight, eso solamente podría significar que ella no estaba ahí, pero tampoco en el mundo real, estaría sola en la completa oscuridad.

Apretó los dientes, y sus puños, el viento corría veloz de él; mientras removía de su memoria recuerdos que ahora sentía más vivos que nunca, pero al mismo tiempo, tan lejanos; pensar en sus ojos avellana mirándolo intensamente en medio de la oscuridad de su refugio en las noches, fulgurantes cuando se amaban con la piel, tan cálidos y calmantes cuando lo acariciaba hasta dormir.

Era su reina, su todo, y no podía evitar que le doliera todo con su ausencia, y aún más su presencia en su corazón, que se apretaba en su pecho, mientras poco a poco las tierras iban cambiando su tonalidad, anunciando su entrada al imperio humano.

Sus labios la llamaban, en sus palabras su nombre era un ruego, buscando el camino hasta llegar a ella, sobre su boca ardía aún el fuego de aquel último beso — Regresa a mí —


Año 620 del Calendario del Imperio Humano

En las afueras de Centoria

Octubre, 28


A veces, simplemente querer y buscar proteger algo es solamente eso, un deseo, que se esfumaba en el mismo momento en que frente a sus ojos la vida le mostraba una vez más que ni todo el poder que poseía, alcanzaba.

Había guardado silencio tanto tiempo, tantos años añoró su compañía, y solo para que ese sueño se colara entre sus dedos como el agua de un río furioso.

Su voz se desgarró, gritando su nombre mientras corría hasta ella, no importó el dolor de su herida, sabía que eran solo segundos los que pasaron entre sus pasos y sus manos alcanzándola, realmente lo sabía, pero aquello no evitó sentir que sus piernas se movían lento, y que pesaban para moverlas, porque sintió una eternidad ese trayecto, hasta Asuna.

Se encajó su llanto en su garganta, atrapado en el llamado desesperado de su nombre — ¡Asuna! — la había tomado, maldijo con fuerza, brotando de su herida el líquido rojo que humedeció un poco más los alrededores de su ropa negra, notar ese corte en el delgado brazo de piel blanca, solamente lo hizo entender que lo que corría a través de las venas de la reina, era veneno.

Entonces un susurro escapó como un lamento de sus labios partidos — Asuna...

Su pecho comenzó a subir y bajar con poca profundidad, miró en todas las direcciones, pero solamente lograba ver desolación, tierras muertas y muchos mel separando su vista del horizonte — Debes ser fuerte, resiste...

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2020 ⏰

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