A la mañana siguiente Jason se dirigió hacia la sede del Ejército de Prevención. Este era un organismo creado hace mucho tiempo después de la guerra con los rambetas. Con el paso de los años y sin ningún enemigo al que enfrentarse, este ejército bien entrenado se había vuelto ocioso, y se empezó a llenar de maleantes y mafiosos. De ese, modo la gente en vez de sentirse protegida y segura, temían a todos los integrantes de esta organización.
El joven rubio llego a un gran edificio hecho de hormigón y vigas que lo cruzaban tanto vertical como horizontalmente. Estas estaban cubiertas por algún tipo de frondosa vegetación, que junto con unas grandes ventanas que parecían espejos de un metro cada una, mimetizaban al edificio con la naturaleza, dándole un hermoso aspecto. Pero aun con todo lo bonito y grande que era, la gente evitaba pasar por enfrente de este.
Al entrar Jason se encontró a seis hombres de muy mal aspecto y todos con un uniforme negro. Mientras pasaba por enfrente de ellos para acercarse a la mesa metálica de recepción estos lo miraron y se rieron debido al comentario de uno de estos individuos en cual dijo:
-Carne fresca.
Al llegar a la gran mesa de recepción un holograma apareció ante él. Era una mujer atlante, de pelo rojo y la típica constitución delgada y tez pálida, casi como si fuera mármol, algo muy característico de esta raza.
-Buenas tardes, mi nombre es Tregli. ¿En qué puedo ayudarle? – Dijo el holograma.
-Me gustaría alistarme. –respondió Jason.
-¿Trae examen médico?- Pregunto el holograma.
-Sí, aquí tiene.- Jason extendió unos papeles, del escritorio emano un brazo robótico el cual cogió la planilla y acto seguido volvió dentro del escritorio llevando consigo los papeles.
-Muchas gracias.- dijo la atlante- Tome asiento y enseguida lo llamaremos para su entrevista.
El joven miro a su alrededor, se encontraba en un gran salón con suelo de mármol con unas cuantas sillas de madera clara pegadas a la pared blanca. Varias columnas llenaban el vacío generado por el amplio salón, y aunque no había muchas ventanas, el interior estaba maravillosamente iluminado. Jason pasó un poco alejado del grupo, que estaba hablando, para que no lo miraran y se sentó en una de estas sillas. Aunque de poco le sirvió porque unos pocos segundos después de que se sentara uno de los hombres hizo un gesto con la cabeza señalando donde Jason se había sentado. Todos se dieron la vuelta y empezaron a andar en su dirección. Por un momento Jason pensó si levantarse y volver a la mesa de recepción para preguntar dónde estaba el baño, pero lo más probable es que lo siguieran hasta allí y entonces si estaría acorralado.
Dos de estos hombres tenían el pelo negro, el resto todos lo tenían castaño. Uno de los hombres de pelo negro, el que señalo a Jason, tenía la cara llena de cicatrices que le cruzaban el rostro en todos los ángulos. El resto, aunque se les distinguía alguna que otra, no tenían una cantidad tan exagerado. El hombre lleno de cicatrices, el cual parecía ser el líder del grupito, se sentó a la derecha del rubio. Rápidamente otro hizo lo mismo pero esta vez a su izquierda, este tenía el pelo castaño, pero algunas canas salían a la luz, denotando que ya sus mejores años lo habían abandonado.
-Bienvenido muchacho. –Dijo el pelinegro lleno de cicatrices- Veo que te quieres alistar.
-Si.- respondió Jason con una tranquilidad que sorprendió a todos los miembros del grupo, a todos menos a quien le estaba hablando.
-Veo que no tienes cicatrices en la cara. –Se mofo el pelinegro- Tal vez deberíamos hacerte un par antes de que entraras. Ya sabes, para que parezcas más rudo.
-No me gustan las cicatrices.- Respondió Jason.
-¿Porque? Demuestran que eres un peleador.
-Demuestra que es fácil hacértelas.- le respondió Jason. De repente el ambiente paso a uno muchísimo más tenso. Parecía como si un montón de lobos acabaran de rodear a su presa, y está, ya sin opciones de huida, se estuviera preparando para pelear. El hombre de la izquierda de Jason se levantó y el resto se acercaron.
-¿Debería de comprobar que tan fácil es hacerte una a ti mierdecilla?- dijo ofendido el otro pelinegro del grupo.- ¿Qué opinas Héctor?
El hombre que hasta entonces había hablado con Jason dijo:
-Puede que si Kevin. Tal vez le enseñaría a este niñato a ser más amable con quienes están intentando ayudarle.- Acto seguido Héctor se levantó.- ¿Qué opinas?
-Que podéis intentarlo, pero a lo mejor añado más una a vuestras colecciones.- Respondió el joven rubio medio riéndose. Entonces Héctor puso su cara a escasos centímetros de la de Jason y pregunto:
-¿Qué has dicho?
-Te huele el aliento.-Respondió Jason, entonces se levantó, demostrando que era más alto que todos ellos y continuo.- Y me has oído bien, no trates de hacerme pensar que eres más tonto de lo que ya pareces.
-Jason Rolfward- dijo un hombre a través del gran salón.- Acompáñame.
El grupo de seis se abrió y le cedió el paso a Jason, pero a medida que este iba cruzando la sala Héctor dijo:
-Te esperamos fuera Jason.
Sin darse la vuelta Jason siguió al hombre que le había llamado. Un terrestre vestido con pantalón de traje, camisa y corbata, de pelo castaño y largo hasta los hombros. Llegaron a una oficina con muebles de cuero y un escritorio de cristal. En el suelo había una gran alfombra roja de hilo y encima de la mesa unos papeles. El hombre se sentó y Jason hizo lo propio al otro lado de la mesa.
-Firme aquí, aquí, y aquí.-señalo en hombre mientras marcaba unas equis en el papel donde el joven debía firmar. Jason obedeció y el hombre de pelo largo le dijo.- Bienvenido a bordo.
-¿Ya está? ¿Sin entrevista ni nada?- cuestiono el rubio.
-Sí.- respondió el entrevistador.- Por ciertas peleas y algunos malentendidos internos últimamente andamos un tanto cortos de personal. Cierra la puerta cuando salgas.
Jason se levantó de la silla y se dirigió a la puerta, cuando esta ya estaba abierta el hombre le dijo:
-Tu bus sale el lunes de la estación de Atlántida a las tres y diez. Se puntual.
El joven asintió y se fue cerrando la puerta como le habían pedido. Cuando llego al vestíbulo los seis hombres con los que había tenido el altercado ya no estaban, por lo que salió del edificio y se dirigió a algún bar cercano. El día era soleado y no había nubes, la ciudad de Atlantida estaba llena de vegetación por todos lados y los edificios parecían una parte más de la naturaleza. Cuando Jason llego a un callejón medio estrecho y aparatado que estaba de camino al bar vio como Héctor se le apareció de frente, instintivamente Jason miro por encima de su hombro y vio al resto del grupo.
-Te dije que te esperaríamos fuera.
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Purgando la Luz
Ciencia FicciónEn un universo donde terrestres y atlantes conviven tanto en la Tierra como en Consori, la paz reina, aunque un ejercito se mantiene en pie por si una antigua amenaza decide regresar. Jason Rolfward se acaba de alistar para escapar de un amargo pas...