Ya estaba en mi casa, mi madre estaba sentada adelante mío esperando que le respondiera la pregunta.
-¿Gwen, te tengo que repetir lo que dije? -musito-
-No, créeme, ya te escuche.
-¡Entonces responde! -gritó exasperada-
Quería saber por que le había llegado una factura de una clínica para gente con problemas alimenticios y no una de una clínica para gente con problemas intestinales.
Y sinceramente no sabía que responderle.
"Lo siento, mama. Tu hija es bulímica"
No.
Lo siento, pero no le voy a contestar eso.
-¿Qué quieres que te diga, mamá?
-Quizás deberías empezar por la verdad, cariño.
Bien, todos lo sabían ya.
Vanessa me llamo un par de veces y al no contestar, me dejo un mensaje que decía:
"Se que estuviste en una clínica, quiero saber que paso, ¿estas bien? Cuenta conmigo para todo... xoxo"
Y Peter había llamado a Amy, casi insultando la por llevarme a la clínica.
Ahora estábamos a miércoles.
Mañana sería un estúpido jueves en el que probablemente estaría castigada por todo este asunto y no saldría con Peter el sábado.
-Mamá, si fui a esa clínica.
-¿Y por qué? ¿Tienes anorexia?
Ahora si que no sabía que responderle, si le decía que no, me preguntaría por bulimia, y se le decía que si, lloraría.
-No...
-¿Bulimia? ¿Anorexia y bulimia? ¿Qué tienes? ¡Por Dios! -grito mucho más alto-
-Tan sólo bulimia... -dije susurrando lo más que pude-
Mi madre comenzó a llorar, las lágrimas caían de aquí para allá y justo en ese momento apareció mi padre asustado y me miro enojado.
-¿Qué hiciste? -observó.
¿Por qué todos creían que esto era culpa mía?
¿A caso yo pedí tener esto?
No.
-Me contó la verdad, Calvin. Nuestra hija sufre de bulimia.
Mi padre bajo la cabeza con desgano y luego me mando a mi pieza, subí muy desanimada hasta llegar a mi cama, donde me acosté casi inmediatamente y sin ponerme el pijama, me quede dormida con lágrimas en los ojos.
****
Cuando desperté, eran las seis de la mañana, mi cama olía a basura y a chocolate, la ventana de mi pieza estaba cerrada, pero hacia mucho frío, y la luz estaba apagada.
Me di vuelta para prender la e ir a leer un rato, pero al moverme, me encontré con mi papa en una silla observándome.
Después de saltar un metro, pude hablar nuevamente.
-¡Madre mía! ¿Qué haces aquí?
El estaba llorando y parecía estar dormido, pero yo sabía que no era así.
No se inmutó.
-Bien... -murmure despacio.
Prendí la luz y me puse a leer, mi libro era uno de los más lentos que conocía, pero era bueno.
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Pensamientos de una bulimica
Teen FictionTodos mis intentos de ser feliz, han fallado.