Líquido Rojo

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-Chica de arriba, Vanessa Adams-

Llegue a mi primera clase algo exaltada, todo este asunto de la cita me tenía patas arriba.

La señora Manson, nuestra nueva profesora de matemáticas, ya estaba sentada detrás de su escritorio pasando la lista tan velozmente como solía hacerlo.

-¿Gwen Brooks? -musitó mirando a los lados-

Al segundo de ser llamada alcé una mano en forma de gesto de asistencia, retrasada, pero asistencia al fin y al cabo.

-Llega algo tarde ¿no, señorita Brooks?

-No se volverá a repetir, se lo prometo.

Casi en un susurro termine de responder para dirigirme a mi asiento, el cual, ya tenía de pareja a Peter Maitland, mi... ¿cita?

La clase comenzó no muy interesante, pero, como era de esperarse, me quede leyendo la gran mayoría de ella.

Sentía como Peter me miraba de soslayo cada diez o quince minutos y sinceramente ya me estaba exasperando.

¿Qué quería que hiciera?

¿Qué lo mirara de vuelta y le sonriera?

Bien, la vida no es cuento de hadas y yo no soy una princesa, así que no desees cosas que no pasarán.

Duro, pero cierto.

A lo largo del día me fui aferrando más a la idea de que no iba a ser feliz nunca en mi vida y siempre algo aparecería para ennegrecer mi felicidad.

Pero ya saben, no se puede pensar mucho en uno mismo sin pasar como egoísta, así que me decidí a hablarle a mi compañero de puesto.

-¿Qué notas tienes en matemáticas?

Me miro extrañado, como si no pensara que yo pudiera hablarle.

Me reí internamente, generalmente era yo quien creía que era poco para que alguien le hablará.

-Creo que mi última nota fue un seis... -dijo orgulloso- y ¿a ti? ¿Cómo te va?

-Mi última nota fue un diez, creo. -dije sin mirarlo-

Su expresión de sorpresa fue tal, que hasta me hizo un poco de gracia, tan sólo por el hecho de que el era el que realmente prestaba atención en clases.

Luego de un par de minutos en que tuve que mirar hacia el frente, ya que la señorita Manson me descubrió leyendo, Peter comenzó a mirarme de nuevo, la última vez que alguien me desespero tanto, casi no salgo viva.

-¿Cuál es tu secreto, Gwen? -replicó conmocionado-

¿Qué? ¿De qué hablaba este ahora?

-¿A qué te refieres? -musite con un hilo de voz-

-Eres tan linda, delgada, inteligente, tan.... Perfecta... ¿Cómo lo haces?

Ahora si que se había vuelto loco este pendejo.

¿Linda? Ojalá.

¿Delgada? No me hagas reír.

¿Inteligente? Hace mucho que no.

¿Perfecta? Ya quisiera.

-No hago nada, por que no soy ninguna de esas cosas... -dije mirando el piso-

Por primera vez en el día me sentía realmente miserable y vulnerable, mi tristeza había vuelto sin ningún tipo de aviso.

Mi vida se hizo pedacitos en un minuto, tanto así que comencé a llorar, silenciosamente, por lo demás.

Pensamientos de una bulimicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora