Decadencia

849 30 3
                                    

Estaba sentada en el frío mármol del baño del hospital, ¿qué hacia ahora? Mi madre probablemente me estaba buscando y Amy no se quedaba atrás. Decidí salir de ahí ¿de qué me iba a servir estar sentada en el piso, rodeada de cuatro paredes blancas con olor a mierda? De repente alguien entra y me escondí en una cabina, justo en la cual había vomitado.

Y cuando menos me lo esperaba, un murmullo me sobresalto.

-¿Señorita Brooks?

Trague saliva ¿me estaba hablando a mi?

-Se que esta ahí, seguí el camino de sangre... -musito la voz nuevamente-

¿Sangre? ¿Deje un camino de sangre? Una cabina cerca mío se abrió y me pareció ver salir a una niña con bata de clínica.

La única Brooks en el hospital, además de mi, era Amy, de ella debía tratarse.

-¡Aleluya! Pensé que no la encontraría nunca...

-Si yo no hubiera querido, nunca me hubiera encontrado, tuvo suerte.

Si era ella, pero la voz estaba más débil, más triste.

-Señorita, su tía ya esta buscando a su prima, no hay necesidad de que la busque usted también.

Bueno, gracias.

-Lamento contradecirla, Margaret, pero yo la seguiré buscando. Es muy importante para mi.

No hubo respuesta.

Al parecer ambas se habían quedado sin palabras que intercambiar, lo que en ese momento era oportuno, por que tenía muchas, muchas ganas de vomitar y deseaba que se fueran. Ambas.

Veía los pies de ambas, la posiblemente enfermera con calzado de trabajo y Amy con sus típicas sandalias verdes que he visto mil veces.

-Margaret, sal, quiero estar sola.

-No la puedo dejar aquí, órdenes de mi jefa, Señorita Brooks.

-¡Pues hágalo! ¡Fuera de aquí!

Margaret se quedo un segundo mirando los ojos llorosos de Amy -cosa que se por que la conozco- y luego salió a paso rápido. Fue entonces cuando Amy comenzó a hablar.

-¿Gwen? ¿Me escuchas?

¿Cómo sabía que estaba aquí? ¿Me vio llegar?

-Amy, hola.

Salí de la cabina en la que estaba escondida y la mire.

-Sabía que estabas aquí -corrió cerca mío y me abrazo- ¡Oh, prima! -susurraba llorando en mi hombro- no sabes cuanto lo siento...

No quería hablar con ella, no después de lo que hizo, por lo tanto lo único que atine a decir fue:

-¿Por qué?

Sabía que estaba nerviosa, comenzó a separarse de mi lentamente.

-Yo... No... No lo se -término casi en un susurro-

-Tienes que tener una razón, no lo hiciste por que si, lo se, te conozco.

-Quizás te pusiste dar cuenta -señala sus caderas-

¿Qué? ¿En serio? ¿Anorexia?

No le conteste, estaba demasiado herida.

-Gwen, dime algo, por favor.

-Pero, ¿qué quieres que te diga¿ ¿"¡Oh, felicitaciones!"?

Simplemente me quedo mirando con tristeza, iba a hablar pero se detuvo, quizás tenía razón, debía apoyarla.

Pensamientos de una bulimicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora