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4:59 a.m. marcaba el reloj, justo a tiempo. Sí, Jeon Jungkook despertaba antes que su alarma y pasado el minuto esta sonó marcando 5:00 a.m. en punto. La apagó y se levantó de la cama dirigiéndose al baño donde se asearía.

No tardó en estar listo y tomando lo necesario salió de su habitación. Su mamá como siempre ya le tenía el desayuno listo en un recipiente para que se lo pueda llevar y comer después, ya que a penas y el reloj marcaba 5:45 de la mañana. Besó a su madre y le agradeció, a él no le gustaba que se levantara temprano pero su madre era terca al igual que él y no le hacía caso. Se despidió y salió de casa, no sin antes verificar que todo lo que necesitaría estuviera con él. 

Tomó su bicicleta, acomodó su mochila y dando un respiro, dio rumbo al establecimiento que lo esperaba. Una vez en éste dejó su mochila donde siempre para luego saludar al señor Chang quien le sonrió y le entregó su paquete del día. 

—Aigoo~ mi espalda ya no sirve, Jungkook-ah. —le dice el anciano una vez acomoda el racimo de periódicos en la bicicleta del chico.

—Por eso debió dejar que yo lo hiciera, señor Chang.

—Que va... No le daré el gusto a mi espalda.

Ambos sonríen y el azabache se acomoda en su bicicleta para ir a su entrega diaria. 

—Me voy, señor Chang. Ya voy tarde.

—Ve con cuidado, hijo. 

El azabache le sonríe para luego marcharse. Iba tarde, pasaban diez minutos de las seis, lo que indicaba su atraso, pedaleo con rapidez para llegar al lugar de su entrega. Una vez en éste, registró su entrada para poder ingresar a aquel lugar. 

Nunca se cansaría de admirar esas enormes casas y edificios del lugar, eran extremadamente lujosos y refinados. Sin duda los ricos se daban la gran vida.

Empezó con su repartición, de alguna manera agradecía que aún conservaran ese acto de leer el periódico ya que con eso él tenía un dinero extra por ello.

Llegó a la última casa, la más grande del lugar, estaba rodeada por unos muros que impedían siquiera ver más allá. Sólo el concreto de esas paredes. Se acercó al portón y colocó el periódico en el buzón especial para ello. Hasta eso tenía de diferente esa casa, en las demás sólo lo dejaba en el suelo frente a la puerta, los trabajadores lo recogían y lo llevaban a sus respectivos dueños.

Le daba mucha curiosidad esa casa y las personas que la habitaban. Supuso eran gente engreída y mandona. Lo típico de las familias así. Puesto que siempre los de esa residencial le daban sus propinas, bueno, las hacían llegar a su bolsillo ya que todo era dado a la empresa donde trabajaba, pero siempre le hacían saber de las propinas y sólo los de esa casa no le daban nada.

No es que fuera obligación pero se decía que a ellos no les costaría nada darle unos cuantos de más, que a él le servirían muchísimo. Pero no, las personas de esa casa eran en verdad tacaños. Bufó cuando dejó bien acomodado el periódico. No se lo merecían, se decía. 

Dándole una última mirada montó su bicicleta rumbo de nuevo al establecimiento, se despidió del guardia en la entrada con una mano alzada. 

Cuando llegó el señor Chang le sonrió y le entregó su mochila. 

—Ya vas tarde muchacho, tienes que pedalear con fuerza, ya son las 7:44.

—Lo sé —dice con cansancio—, nos vemos mañana señor Chang.

Tomando su bicicleta volvió a pedalear con rapidez. En dieciséis minutos empezaban sus clases y tenía que llegar a tiempo, ese día presentaría una prueba y no podía llegar tarde. 

Limpiando el sudor de su frente aseguró su bicicleta y corrió a su aula. La Universidad no quedaba tan lejos del establecimiento pero aún así no iba con suficiente tiempo, por eso llegó con cinco minutos de retraso. 

Todos ya estaban con sus exámenes, su profesor sólo lo miró con reproche y le entregó su papeleta, el azabache agradeció y luego de tomar varias inhalaciones para calmarse, empezó su examen.

Dos horas después estaba en una de las mesas del campus degustando el desayuno de su madre y tratando de relajar sus músculos un poco. Se sentía agotado, la noche anterior se había desvelado estudiando y para ajustar este día había empezado más agitado de lo normal. Y aún faltaban más clases y su trabajo de la tarde-noche.

Cuando su siguiente clase llegó, se enteró que uno de los grandes llegaba a dar una "charla" a su universidad. Él por supuesto quería asistir, no por nada el CEO de una de las mejores inmobiliarias del país estaría ahí. Él deseaba trabajar en una compañía como esa o algo similar, no era tan codicioso y sabía que no tendría la oportunidad de siquiera entrar a un lugar como ese, pero deseaba por lo menos hacer prácticas en ese lugar para poder optar por algo mejor en el futuro y sabía que por ello el CEO estaría ahí, para hablar de eso.

Siempre eran sólo dos los afortunados de poder hacerlas en ese lugar y él soñaba que fuera uno de ellos. Se había esforzado por mejorar sus notas para ello ya que sólo los mejores lo lograban.

Él por su beca necesitaba notas altas para mantenerse en esa universidad de prestigio, pero para esas prácticas lo a dado todo, esperaba lograrlo.

Al terminar sus últimas clases, corrió hacia el auditorio donde escuchó se llevaría acabo la presentación, esperaba llegar a tiempo. No lo hizo.

Todo estaba vacío y sólo unas personas a lo lejos terminaban de recoger todo. Refunfuñó como niño pequeño, enojado consigo mismo por no poder llegar a tiempo. 

No era bueno que su enojo estuviera con él por lo que optó por sacarlo como casi siempre lo hacía, con ejercicio. Se dirigió al no tan pequeño poli deportivo de aquella institución para realizar algún ejercicio que le ayude a votar su mal humor.

Puso su mochila en una banca cerca de él y quitó su sudadera con la camiseta de debajo dejando su torso desnudo. No andaba cambio extra mas que sus camisetas de uniforme de trabajo, por lo que no llenaría de sudor la que andaba puesta. 

Inhaló para luego tronar su cuello y estirar un poco.

—Bien, aquí vamos.

BM~



El Elegido del Señor Kim |KookV|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora