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—El Señor Kim lo espera en su oficina. —Amablemente la mujer le dice, mientras señala el ascensor luego de medio explicar dónde queda dicha oficina. El azabache reverencia mientras se va, notando la leve curiosidad en la mujer, de porqué lo dejaron pasar.

Presionó el número del piso y en todo su trayecto iba ideando maneras en su mente de lo que diría mientras se mordisqueaba las uñas, un mal hábito por cierto. Las puertas del lugar se abrieron y dejó ver el lugar, con miedo salió y se dirigió al lugar dónde le dijeron que era, notando que al costado estaba la oficina del Señor Park, donde la vez anterior entró. Se paró frente a la puerta mientras respiró fuertemente tomando valor, llevó sus nudillos a la puerta donde dio pequeños toques, escuchando un "pase" del otro lado, con nerviosismo abrió la puerta mientras entra con cuidado y cerrando después de sí.

—B-Buenos días... —Saluda mientras reverencia exageradamente a su mayor, quien le ve del otro lado del escritorio, sentado en su adorada silla giratoria, con una mirada impasible, eso lo intimidaba un poco, haciendo que se quedara en el mismo lugar. Vio cómo el mayor alejaba de él unos papeles y posaba sus codos sobre la superficie y llevaba sus manos unidas a su barbilla.

—Jeon Jungkook... —dice en cambio—. No te quedes ahí, acércate, toma asiento. —Señala la silla frente él.

El menor se sienta con extremo cuidado, sus manos posadas en sus propios muslos se mueven sobre estos, haciendo ver su nerviosismo. Su mirada viaja por todo el lugar hasta detenerse sobre la persona frente a él, el cual lo mira con mucha curiosidad. TaeHyung le sonríe y eso cohíbe un poco al azabache quien se encoge en su asiento.

Jungkook había medio pensado y diseñado maneras de poder decirle lo que quería, más ninguna llega a él en estos momentos. Se siente tan chiquito delante del imponente hombre que no sabe que hacer o decir, es como si su mente se vació. Eso le hizo recordar aquellos primeros días de universidad, donde le tocó hablar frente a muchos estudiantes que lo intimidaban con el único hecho de ser alguien inferior a ellos, así se sentía, insignificante.

Por su parte, el mayor estaba más que curioso por la presencia del contrario, en realidad ya no lo esperaba ver o tan siquiera que el mismo chico lo buscara, no esperaba nada de ello, y verlo ahí, viendo a la nada, sin expresión alguna —aunque se imaginaba porqué— en su rostro, sonrió. Le enternecía un poco verlo así, desubicado y fuera de lugar. Aunque quería saber el porqué de ello.

—¿Viniste hasta aquí sólo para sentarte a meditar frente a mí? —llama su atención y este se asusta mientras niega desenfrenadamente—. Digo, sé que soy alguien de admirar pero desearía saber el motivo por el cual vienes hasta mí y entras en trance.

—Yo... bueno... es que yo...

—Al grano. Eres un chico inteligente, no te dejes intimidar por mí. 

—Bueno, es que yo... —Su mirada se desvía del Señor Kim, le daba vergüenza verle mientras diría lo que quiere—, es por lo del... c-contrato.

Simples palabras que descolocan al mayor, lo cual hace que suelte un "¡oh!" de sorpresa. Creía que ese tema no saldría de la boca del joven, aunque siempre lo deseó. 

—Ya no existe un contrato. —dice fríamente y el contrario regresa su mirada al mayor con completo asombro—. Tu tiempo límite venció ayer. 

Y a Jungkook le aterró escuchar eso. ¿Ya no lo quiere?

No se había puesto a pensar que quizás el Señor Kim ya no querría nada con él, después de todo le aclaró el tiempo límite y suponía era alguien de puntualidad. Suspiró con frustración. 

—Yo... ayer fue un día agotador, fueron días de parciales y llegué tarde a casa, se me olvidó venir, lo iba a hacer pero... yo... lo siento, sólo... ¿No tengo prórroga?

—No. Ayer te esperé por mucho tiempo. —Su mirada se oscurece un poco al decir eso—. Tienes que saber que en el mundo del negocio, la puntualidad es importante, Jungkook. Y no hay prórrogas. 

—P-Pero... yo...

—Lo lamento. Pero no me gusta esperar y por ti hice una excepción la cual fue en vano.

Y Jungkook se sintió mareado. En alguna de sus materia le enseñaron lo importante de la puntualidad y lo importante de entregar todo antes de plazo, lo comparaba con esto, quizás debió venir antes de que se hiciera el último día. Le dolía de cierta manera que el Señor Kim no sé compadezca de él, después de como le rogó, creía que lo aceptaría sin más, con los brazos abiertos como dicen, que equivocado estaba. No era especial, quizás si lo trataron un poco diferente pero eso no lo hacía especial. Necesitaba un empleo o dos, viendo que el Señor Kim no lo acepta. No es que esté muy de acuerdo en todo eso, sigue creyendo que está mal, pero mientras no tenga seguro un empleo, no tiene otra opción, así que lo haría mientras busca.

No quería quedarse sin dinero para las terapias de su padre y eso pasaría ya que un trabajo no se encuentra de la noche a la mañana, a menos que tengas buenas influencias o tu familia las posea, cosa que él carece. Todo ello lo pensó y por eso es que lo llevó a la decisión de aceptar, suponía que la paga no estaría mal y esperaba que como sus amigos le habían dicho; disfrutar de un buen sexo. Aunque eso le aterra un poquito. Aún le cuesta asimilar al Señor Kim para eso.

Se siente tan frustrado que esa enorme oportunidad se le escape de las manos, de nada sirvió venir contra reloj. Su mirada se desvía al reloj en la pared, notando que llegó en tiempo récord y no esperó mucho ya que éste marcaba las 10:39 A.M. aunque de nada servía su esfuerzo. Bufó enojado y pensaba alegar al Señor Kim cuando regresó su mirada hacia el mayor el cual esperaba ansioso. Pero no sucedió nada porque su cerebro trabajó rápido, así que le sonrió al mayor con un toque de suficiencia.

—En realidad el plazo aún no vence. —Los ojos del contrario se amplían. 

—Pero qué dices... —Se mofa un poco el mayor mientras se pone de pie—, ayer era--

—Me dio dos semanas, las cuales empezaban a la hora en que lo dijo ¿No? —el señor Kim frunce el ceño sin captar aún lo que quiere decir—. Dos semanas que llevan a catorce días, los cuales cada uno tiene 24 horas, —el mayor vuelve a sentarse—, que es lo que conforma un día. El tiempo empezó a la hora que me lo dijo, que si no me equivoco... —señaló el reloj de pared—, fue pasadas de las once, hora que aún no es.

—No entiendo... 

—Negocios, Señor Kim. —Le sonríe—. Para que se cumplan las dos semanas falta aún, ya que los catorce días se vencen... —ladeó su cabeza mientras entrecerraba su ojo derecho—, más o menos a las once con treinta, hora en la que yo estuve en su casa, por ende, aun tengo el derecho de hablar del contrato. 

El mayor sonríe de lado mientras se levanta y le da la espalda para esconder su sonrisa. Vaya chico listo, se dice. Porque tenía lógica lo que le decía y aún estaba a tiempo después de todo. Se puso serio y volteó hacia el contrario que estaba expectante a lo que dijera.

—Bien... —eso hace sonreír al menor—, hablaremos del contrato.



BM~


El Elegido del Señor Kim |KookV|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora