7. Parte de un cinco por ciento.

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Minseok vació su estómago en el inodoro y luego se puso de pie. Se miró en el espejo, su cuerpo entero temblaba, sus ojos estaban llorosos y el color de su piel se asemejaba mucho al del papel.

Era la quinta vez. Vomitaba minutos después de levantarse y luego su vida seguía con toda normalidad. ¿Qué estaba pasándole?

—Tal vez sí debas ir al doctor —Baekhyun murmuró con preocupación mientras le ofrecía un vaso con agua. Su amigo se negaba a visitar un médico—. Puede ser alguna infección... Qué sé yo... Algo viral.

Ambos sabían que había una posibilidad, una remota posibilidad, de que aquello no fuera una enfermedad. Pero no tenían porqué decirlo en voz alta, no había que alarmarse. No aún.

—¿Y si no lo es? —Minseok preguntó, con lágrimas en sus ojos a causa del esfuerzo de sacar su mucosa gástrica por la boca. Había, además de lágrimas, un miedo mal disimulado en sus ojos.

—No puedes tener tan mala suerte —Baekhyun murmuró, intentando convencerse a sí mismo. Fue increíble que hubieran pasado por alto usar condón, especialmente cuando los tenía en el cajón al lado de su cama, junto con una botella de lubricante. Había sido muy irresponsable de su parte, aunque también lo fue por parte de los otros dos.

De cualquier modo, con o sin condón, ¿cuántas probabilidades habían de que Minseok fuera parte de ese reducido cinco por ciento de la población masculina con la capacidad de portación? Es más, ¿cuánta mala suerte podría necesitarse para quedar embarazado en su primera vez? Maldita sea, hacía ya seis semanas de aquello y Baekhyun no dejaba de reprochárselo cada vez que su mejor amigo se desplomaba sobre la taza.

🍀

Jongdae pulía los tablones mientras pensaba en muchas cosas no relacionadas con su trabajo.

Pensó en Wendy, la asistente contable de su abuelo, y en la forma poco disimulada que esta tenía para intentar llegar a él. Sonrió sin poder evitarlo. ¿Cómo no se daba cuenta de que era gay? Se suponía que las mujeres tenían un mejor instinto. Hizo una nota mental de hacérselo saber pronto, con sutileza de ser posible; no quería que se ilusionara demasiado.

Una pila de espuma para relleno de tres metros cayó al suelo haciendo un gran desorden y Jongdae suspiró.

Jongin se puso a recoger todo de inmediato. ¿Cómo era posible que coordinara manos y pies con tanta destreza para llevar a cabo coreografías tan difíciles, y que a la vez sus manos fueran tan torpes?

—Cuando las apiles, asegúrate de que es una pila recta y pégala a la pared para que no se caiga —le dijo, al notar que la nueva pila que estaba formando estaba ladeada.

Gracias al cielo toda esa espuma no iba a lastimarlo. Aún recordaba cuando tuvo que llevarlo a emergencias luego de que un golpe en la cabeza con la cortadora lo dejara noqueado. También era una suerte que el abuelo estuviera repartiendo un juego de muebles ahora, sino ya estaría tirando de las orejas de ambos. Sí, de ambos, aunque Jongdae no hubiera hecho nada.

Suspiró. Tenía muchas cosas que hacer, cada vez que el semestre estaba llegando a su fin, los profesores parecían duplicar la cantidad de tareas y proyectos. Extrañamente no era eso lo que más le preocupaba, sino lo otro. Era increíble que ya hubieran pasado tres meses desde aquella maravillosa noche. A veces, cuando despertaba por las mañanas, llegaba a pensar que había sido un sueño. Pero nunca un sueño podría ser tan bueno.

No habían vuelto a encontrarse pese a que estudiaban en la misma universidad. Jongdae se arrepintió una y otra vez de no haber pedido su número o alguna de sus redes sociales aquella noche, lo único que sabía era la dirección de su hogar, pero no es como si pudiera aparecerse un día por ahí como si nada. Parecería un loco acosador. Se había limitado a buscar su rostro en el mar de rostros en el campus, pero no lo encontró. Debió haber preguntado al menos qué carrera que estudiaba, al menos sabría en qué edificios pasearse casualmente.

THE CHANCE OF LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora