8. Contactando al ganador del premio doble.

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—¿Cómo es que se llamaba? —Baekhyun preguntó nervioso.

Minseok observó a su mejor amigo, este no dejaba de mordisquearse sus uñas, sus preciadas uñas que tanto cuidaba.

—Era Kim, como yo, y su nombre empezaba con Jong... —Minseok frunció su ceño intentando recordar. —Ahm... Jong... Jong...

—¿Jong, qué? ¿Jonghyun? ¿Jongmin? ¿John Sebastian? ¿John Lennon? ¿Solo John?

—¿Qué te pasa? ¿Cómo iba a llamarse John Lennon? —Minseok siseó dándole una mirada exasperada. —Era más como Jong... ¿Dae? ¡Dae! Sí, Dae. ¡El repartidor se llamaba Jongdae!

Baekhyun chasqueó sus dedos, asintió y lo miró con cara de pervertido.

—Sí, ahora recuerdo cuando gritabas su nombre.

Las mejillas de Minseok enrojecieron inmediatamente.

—No. Yo no grité.

Baekhyun alzó sus cejas con picardía, sí lo había hecho.

—¿Y qué? ¿Vamos a llamar por Messenger a todos los Kim Jongdaes que exista en Facebook? —preguntó al ver que Minseok buscaba el nombre en la red social.

—No. Primero vamos a darle una mirada a sus fotos, cuando estemos seguros de que es él, entonces vamos a llamarle.

Vaya.

Era un plan a prueba de bobos.

¿Pero qué más podían hacer? Estaban desesperados. El primer semestre había finalizado y se suponía que en un par de días debían abordar un tren de vuelta a casa para pasar las vacaciones allá. Ninguno quería volver. Sus panzas aún no habían crecido, pero cómo iban a ocultar los malestares. Ni siquiera podían controlar las náuseas. Por cierto, una excelente noticia; Baekhyun se había unido al club de los vomitadores frecuentes.

Aproximadamente una hora después de haber descartado siete Kim Jongdaes de la lista, descubrieron que en el mundo existía otro poco de Jongdaes que valoraban su privacidad y que por lo tanto ponían sus perfiles en privado.

—¿Y ahora qué?

—Vamos a enviar solicitud de amistad a todos estos hombres hasta que demos con el nuestro.

—Oh, qué posesivo. Nuestro hombre, grrrr.

Baekhyun bromeó, últimamente intentaban reírse de su desgracia compartida en lugar de llorar; tenían miedo de que a los bebés se les pegara lo llorones.

—Siempre perras nunca inperras —respondió Minseok, mientras esperaba impaciente a que algún Jongdae aceptara su solicitud de amistad.

Tal vez fue cosa de suerte, por primera vez en los últimos meses —al menos para ellos—, pero una de las solicitudes fue aceptada ese mismo día. Más o menos en una hora. Y sí, fue la de su Jongdae. Cuando lo comprobaron hicieron la llamada.

El tuuuu parecía demasiado largo, a Minseok le sudaban las manos, quería que el maldito repartidor contestara ya para terminar con aquella angustia de una vez, pero al mismo tiempo deseaba que no contestara.

Contestó al quinto timbre.

¿Hola?

—Hola... Jongdae, soy Minseok —el repentino silencio en la línea parecía mala señal. Joder, era obvio que ni siquiera lo recordaba—. Soy... ¿recuerdas el elevador descompuesto y... y el trío de hace...?

THE CHANCE OF LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora