Narra Ana Morgade
- Ana, ¿otra vez? No puedes seguir así - ya estaba empezando a enfadarse.
- Ya lo sé nena, pero es que no puedo ir, tengo que cuidar a Joana, no puedo fallarle a Silvia.
- A Silvia no pero a ti si, ¿no? Es la segunda vez que cancelas la cita con el médico Ana, esto es serio.
- Es que por las tardes no puedo ir.
- Pues es la única opción, sabes que ya no trabaja por la mañana.
- Ya lo sé, pero es que no puedo. ¿Qué hago con la niña?
- Se la dejas a su madre, que no es tuya.
- Anna, por favor, entiéndeme, no puedo perder el trabajo.
- ¿Prefieres tener trabajo pero estar arrastrándote todo el día? Un día de estos te va a dar algo, Ana.
- No exageres.
- No exagero, ya te ha pasado antes y te puede volver a pasar en cualquier momento. Porque te estarás tomando las pastillas pero ya te digo yo que no hacen milagros. Y creo que tú lo sabes bien.
En realidad ya lo estaba notando. Llevaba unos días peor de lo habitual pero disimulaba lo mejor posible. Me daban mareos más intensos, me temblaban las manos a veces y no tenía fuerzas para nada. Las pastillas cada vez hacían menos y eso que a veces me tomaba alguna de más por si hacía más efecto. Aunque sabía que no. Pero por si acaso.
- Anna, por favor... - me siento en el sillón cansada ya de la conversación. Ella se sienta a mi lado y nos quedamos en silencio.
Suspiro. No podía parar de pensar en el beso de Silvia. Esa mujer me confundía, me confundía mucho.
- ¿Qué te pasa? - me agarra la mano - Cuéntame.
- No me pasa nada.
- Para ser actriz finges muy mal, normal que no te llamen de ningún sitio - la miro mal y ella se ríe - Va, dime. ¿Qué te pasa?
Me tomo unos segundos antes de hablar - El otro día fui a casa de Silvia a devolverle una cosa y la pillé a punto de salir con la niña. Iban a dar un paseo en familia pero Andreu al final se fue con unos amigos. El caso es que cuando estaba a punto de irme, Silvia me preguntó si quería ir con ellas y accedí. Dimos un pas....
- ¿Por qué no saltas directamente a la parte del beso? - me pregunta indiferente, yo la miro sorprendida - No me mires así, ¿acaso ibas a contarme otra cosa?
Suspiro - No...
- Bueno y qué, ¿te besó, la besaste...? - me mira intrigada.
- Me besó.
- ¿Y qué pasó después?
- Nada, que me fui.
- Pues entonces ya está, ¿no? No pasó nada más.
- ¿Te parece poco un beso?
- No sé... ¿Te lo parece a ti?
- A mi no.