Capítulo 1.

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Caos.

Era la palabra perfecta para definir a esa ciudad, una ciudad en ruinas y consumida por la delincuencia y la inseguridad en su máximo esplendor, una ciudad pútrida desde afuera por dentro, donde tenías que vigilar tu espalda cada cinco segundos y a vivir constantemente con el miedo de salir a la calle ya sea para ir a tu trabajo o a la escuela, ya en nadie se podía confiar en estos días y Arthur estaba consciente de esto.

Arthur Fleck, un hombre al cual la vida lo había tratado mal desde que tenía memoria era una prueba de que la vida misma y esa ciudad tenían un profundo odio hacia él, pues si no eran los ciudadanos los que se encargaban de que su día se fuera al carajo, eran sus mismos compañeros de trabajo los que se encargaban de eso, y es que tener que lidiar con la indiferencia y la frialdad de la sociedad sobre él por ser considerado un "bicho raro" por tener una enfermedad como lo era tener una labilidad emocional era bastante difícil para él, sin embargo, ese el pan de cada día que tenía que probar amargamente, desde que se levantaba hasta que llegaba a casa.

Lo único bueno que aún alegraba su vida, o más bien sus noches, era el show de Murray Franklin, deseaba poder llegar a ser un gran animador como él, pues siempre había soñado con ser comediante y empatizar con la gente, hacerlos reír, cantar, alegrar sus vidas y que se olvidaran, al menos por un momento, del desastre que reinaba en las calles de Gótica; pero incluso para alguien como él, ese sueño resultaba imposible, no era alguien tan genial como Murray y tal vez nunca lo sería, pero al menos aún tenía esa vaga esperanza.

—"Gótica está de luto el día de hoy, el día de ayer más de veinticinco personas murieron en un atentado causado por el Joker, quién intentó robar un banco y mató a varias de estas personas en el proceso, afortunadamente fue detenido a tiempo por Batman y entregado a las autoridades, se rumorea que planean reforzar la seguridad del Hospital Psiquiátrico de Arkham", como si no tuviéramos suficiente con lidiar con la delincuencia e inseguridad de esta jodida ciudad, ahora tenemos que soportar a un loco vestido como payaso.

Expresó con total desagrado Randall, uno de sus compañeros de trabajo, no es que se llevara muy bien con él o que compartiera su misma opinión la mayoría del tiempo pero debía admitir que tenía razón, desde que apareció Batman la ciudad no ha vuelto a ser como antes, pareciera que con la llegada de este hombre, quién proclamaba justicia, la taza de delincuencia e inseguridad había aumentado, aunque era lógico, solo faltaba que alguien encendiera la llama para crear el incendio.

—El mundo cada vez está más peor.

Dejó a un lado el periódico con desgano y se limitó a tomar sus cosas de su casillero, Arthur observó de reojo aquella nota impregnada en el papel, al instante toda su atención se había enfocado en aquella imagen de blanco y negro del Príncipe Payaso del Crimen, su cabello, su ropa, sus zapatos... Pero lo que más le llamaba la atención era aquella sonrisa tétrica en el rostro de ese criminal, siempre se había preguntado como alguien vestido de esa forma podría llegar a ser alguien peligroso pero entonces recordó que no se debe juzgar a un libro por su portada y él de ninguna manera podría contradecir lo contrario de lo que ya se ha escuchado ver y oír de ese payaso demente.

—Randall, en serio, agradezco tu preocupación pero no la necesito.

Dijo algo apenado pero más que nada asustado por meterse en problemas con su jefe si se llegase a enterar que portaba un arma pero aún así su compañero insistió y forzodamente tuvo que cumplir su capricho.

—¿Qué no has visto las noticias? Allá afuera es un desastre y lo que menos quiero es que te pase algo malo, no te preocupes puedes pagarmela después, sabes que me preocupo mucho por mis amigos, Arthur y tú... Eres uno de ellos, ¿No es así?

Se sobresaltó al sentir la mano grande  de su compañero sobre su hombro derecho y hacer un leve masaje sobre su cuello y hombros, algo que le provocó pavor y escalofríos y más por la forma en la que lo miraba, intentó no hacer una mueca de incomodez o asco ante eso y simplemente se limitó a darle las gracias y guardar la pistola en su bolso para no generar sospechas.

Rápidamente se apresuró a tomar sus cosas e ir a casa, su madre seguramente lo esperaba para ver juntos el programa de Murray y no quería perdérselo por nada, se despidió amable y cortésmente de sus compañeros de trabajo y de su jefe, y salió de su lugar de trabajo caminando a paso lento y despreocupado por las oscuras calles de Gótica que apenas eran luminosas por los excéntricos letreros de algunos de los negocios y viviendas, no se preocupaba por el tiempo pues a esta hora usualmente pasaba el último metro que lo dejaba a unas cuadras de su hogar y llegaría justo a tiempo para ver el programa de Murray.

Por supuesto que nadie se esperaría de la tragedia que se vendría ni tampoco de las consecuencias que eso conllevaría ni tampoco esperarían que eso cautivaría la atención de alguien especial... Sobretodo de cierto payaso anarquista y caótico.

ɪɴꜱɪᴅᴇ ʟᴏᴠᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora