🄿🄰🅁🅃🄴 5

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Aún durmiendo parada los sueños la atormentaron. La espía rusa despertó luego de uno de esos sueños perturbadores donde veía morir a Steve. El tener cerca al soldado le había hecho revivir el momento en el que había creído haberlo perdido para siempre. Estaba cansada de estar parada. Sin darse cuenta había aumentado la presión en sus muñecas al llevar su peso hacia abajo.

Era momento de intentar algo. Movió la cabeza a los lados para aliviar un poco el malestar en el cuello. Inspiró hondo antes de ponerse en puntas. Hacer eso con los pies descalzos era doloroso, aun más al tener los tobillos atados pero no le quedaba de otra. Rodeó con sus manos las cadenas que estaban conectadas a sus esposas metálicas para llevar todo su peso a sus brazos y levantar sus pies. Se balanceó lo máximo que le permitió su condición.

Dos guardias se acercaron al notar su movimiento. No tenían armas de fuego pero sí algunas similares a un bastón tonfa. Su víctima fue el primer agente que se acercó lo suficiente para que ella lo pudiera sujetar su cabeza entre sus piernas. El otro agente la golpeó desde el costado mientras el tercero fue por ayuda. Resistió los golpes hasta que el agente que tenía prisionero se quedó sin oxígeno. Escuchó los sonidos del metal contra su cabeza antes de caer inconsciente.

El comedor estaba lleno a esa hora del día

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El comedor estaba lleno a esa hora del día. Las mesas rectangulares metálicas con bancos enfrente eran similares a las que se utilizaban en las cafeterías de las escuelas públicas. Los soldados tenían asignado cuarenta minutos de almuerzo. En una mesa del rincón, Steven jugaba con las arvejas de su ensalada de forma distraída. Tenía una remera blanca junto con unos pantalones holgados. Se había duchado después de correr en la cinta. No podía olvidar las palabras de la pelirroja.

Te traeré de vuelta, escuchaba una y otra vez.

¿Traer de dónde y hasta dónde? La noche anterior no se había permitido dormir. Tenía tantas preguntas que hacer pero no podía hacerlas a nadie. Recordaba el dolor del último lavado de cerebro. Para los líderes de la organización, aquello significaba compartimentación de información o eso le habían hecho saber. Para el capitán, consistía en soportar sufrimiento indescriptible. No necesitaba más confusión en su cabeza.

Barnes se sentó a la mesa en el lugar frente a él.

-¿No está buena la comida? -elevó una ceja al ver el plato casi intacto del rubio. Además, la fruta y el jugo seguían allí. Como si él se hubiera sentado allí hace apenas unos instantes, cuando llevaba casi treinta minutos en ese lugar.

-Solo no tengo apetito.

Se observaron el uno al otro.

-Yo... he estado soñando con situaciones muy extrañas sobre nosotros -comenzó el soldado-. No me malinterpretes, lo extraño es que todo parece del siglo pasado y tú -hizo un gesto con la mano-, te ves muy diferente.

Aquella fue la señal que el capitán estuvo necesitando días atrás.

-Me ha sucedido algo similar, ¿crees que son recuerdos? -inquirió bastante interesado.

El arma de HYDRA |Romanogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora