Adam

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- Bueno, tu también estás igual que yo ¿Verdad?

Se hizo un silencio demasiado largo hasta que respondí...

- Mira, no estoy con de humor ahora para pelear contigo, y menos delante de ella. Se va a despertar.

- Tu lo que tienes es miedo. Miedo a admitir que no paras de pensar en ella y no sabes qué hacer.

Estaba harto. La agarré del brazo y la arrastré hasta su habitación.

- Otra gilipollez como esa, y me pondré serio. Y no te hará gracia.

Me fui con mi velocidad de vampiro a el bosque, a cazar.

Después de básicamente acabar con casi todos los animales del bosque, volví a casa.

Nada más abrir la puerta me encontré con Sophie, haciéndose una coleta en la entrada, llegaba tarde.

- Buenos días.

Frunció el ceño.

- ¿Dónde has estado toda la noche?

- Por ahí...

Joder.

- ¿Haciendo que?

- ¿Me vas a arruinar la mañanita? ¿O es que estabas muy preocupada por mi?

Parecía que le iban a salir humo por las orejas.

- ¿Pero tú eres imbécil? Claro que no...solo te pregunto por las pintas que llevas.

Como me había manchado la camiseta de sangre, me la había quitado.

No dejaba de mirarme los pectorales...

- Estoy seguro que te gustaría que me quedara así para observarme mejor.

- Idiota.

Cerró la puerta de un golpe y se fue.

~LA INVITADA~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora