CAPÍTULO 1: The Fallout (Parte 3).

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-Tengo miedo, Johnny. Muchísimo miedo. -Dijo Leonore

-Tranquila, pequeña, todo va a estar bien...

-¿Que todo va a estar bien? -Dijo aumentando progresivamente el volúmen de su voz.- ¿Pero tú has mirado a tu alrededor? ¿Has visto dónde estamos? Estamos... ¡En la nada! ¡No hay nada! ¡Absolutamente nada! Sólo humo, cenizas, gente muerta. Muerta, ¿me oyes? Y no hablamos de una o de dos, ¡sino de familias enteras!

-¿Y qué diablos esperas que haga yo al respecto? Hablas como si yo fuese el causante de todo esto. Como si no me diese cuenta de la realidad, como si no estuviese a punto de derrumbarme sabiendo que he perdido todo y a todos. Sabiendo que todos hemos perdido todo lo que alguna vez tuvimos. ¡Algunos hasta la vida! Joder, Leonore, ¿de verdad crees que esto es más fácil para mí de lo que es para tí?

-Tienes razón. Lo... Lo siento. No sé qué me ha pasado. No debí de haberme puesto así, simplemente la situación es increíble. Parece una broma de mal gusto, ¡ojalá fuese una broma! Pero no, es real. El olor a muerte y a humo es completamente real.

-No te disculpes, yo también me siento extraño. Es como si tuviese que luchar contra mi propia mente para no estallar, dejarme ir, gritar y unirme a la destrucción que me rodea. Destruír todo a mi paso, destruírme a mí, y simplemente descansar.

Por un momento se hizo el silencio entre los dos. Sólo se escuchaba el crujido del fuego acabando con las brasas que no hacían más que rodear a otras. Yo miré a Leonore sólo para encontrarme con una expresión de terror y de incredulidad ante las palabras de su amante.

-No... Oye, no pongas esa cara. ¡Por supuesto que no lo decía en serio! Nunca haría eso. Nunca te dejaría sola. Es sólo que, tal y como te pasó a ti, la situación me supera. Quiero decir, no todos los días se encuentra uno con una situación típica de un libro de ciencia ficción, donde todo desaparece de la faz de la tierra sin una explicación lógica, ¿sabes? -Dije con un tono despreocupado, casi en tono de broma para dejar el asunto completamente en el olvido.- No volverá a pasar, de verdad. Seré fuerte, y aunque no quede nada, mientras nosotros sigamos estando aquí, aunque quizá seamos las dos únicas personas que quedan en el mundo tal y como lo conocimos, todo estará bien.

-Dios mío, Johnny... -Dijo Leonore avalanzándose hacia mí mientras se le quebraba la voz y el fuego iluminaba las lágrimas que brotaban sin descanso de sus ojos.- ¿Qué demonios es todo esto? ¿Qué ha pasado? ¿De verdad ha desaparecido todo? ¿No hay nada que pudiésemos haber hecho para evitarlo?

-¿Qué diablos dices? ¿Cómo íbamos a poder evitar algo que ni siquiera podemos llegar a entender? Yo sé tanto como tú, pero siendo realistas, sí. Parece que de verdad ha desaparecido todo. Todo excepto tú, excepto yo. Excepto nosotros. Y ese es motivo suficiente para seguir viviendo. Si este es el fin del mundo del que tanto hablaron y que sólo los más escepticos creyeron, navegaremos hasta el borde del mundo y veremos las estrellas caer con nosotros. Porque nunca nos separaremos, pase lo que pase.

Pero lo que no le conté a Leonore es que, una parte de mí mismo, un viejo conocido, sabía que nada de lo que había dicho era verdad

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