Error Fatal

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La barrera había caído solo unos segundos antes cuando las figuras de Yue QingYuan y el emperador Luo Binghe atravesaron el umbral, siguiendo a aquél que se había robado a sus esposos. Lo atacaron sin mediar palabras y habían destruido parte de la prisión, mientras se miraban ferozmente entre los escombros.

El Shen QingQiu inmortal había acelerado el paso al entrar, momentos antes y no había llegado a verlos, pero cuando sintió el temblor volvió sobre sus pasos y sus ojos se cruzaron directamente con los de su verdadero amado y echó a correr hacia él, ignorando completamente todo a su alrededor.

Cuando estuvo cerca, una mano aferró su muñeca y lo detuvo, se giró a ver el rostro de ese Luo Binghe que lo había secuestrado y negó rotundamente con su cabeza. El esposo del inmortal avanzó, furioso por aquel atrevimiento, listo para decapitar a su otra versión cuando su esposo fue soltado y pudo correr hacia él a abrazarlo con todas sus fuerzas y llenarse de todo su ser.

—Binghe... —susurró.

—QingQiu... —respondió el otro y un beso evitó que cualquier otra palabra sea dicha en el reencuentro.

Yue QingYuan rodó los ojos y avanzó hacia el desgraciado, poco interesado en perdonarlo, desenvainó su espada por completo, alterando hasta el mismísimo secuestrador. La tensión se hizo presente de nuevo mientras los esposos reunidos los ignoraban completamente ya que manejaban unos niveles de pasión demasiado altos para preocuparse por los demás.

—¿Dónde está mi esposo? ¿Qué hiciste con él? ¡Responde, criatura inmunda! —exigió el líder de secta.

—Él... Él no debe tardar en llegar a ti —respondió y una figura alta vestida con capas de varios colores llegó hasta lo que quedaba de la salida y reconoció de inmediato a quien levantaba su espada tan ferozmente.

—¡Enváinala! —ordenó y el otro rodeó al demonio sin dejar de prestarle atención hasta llegar a los brazos de su amado —¡Guárdala de una vez! —insistió y Yue QingYuan obedeció, sin dejar de fijar la vista en el demonio que parecía derrotado incluso antes de luchar.

—¿Qué está pasando?

—No tengo idea, esposo mío pero... Pero pensé que no vendrías, pensé que no podrías y aquí estás —soltó tratando de no derramar lágrimas— Encontraste el camino para llegar a mí.

La calidez con la que acunó una de sus mejillas rompió el corazón de Bing-ge en mil pedazos mientras aguantaba la presión de haber sido vencido otra vez. La vergüenza de no poder soportar que el amor que necesitaba de su shizun le fuera negado una y otra vez lo hacía hervir de rabia hasta que una persona conocida llegó hasta él, mirándolo con reprobación.

—¡Tonto! ¿Fuiste tan lejos solo para cumplir tu deseo egoísta? ¡Haciendo sufrir a tanta gente! No tienes perdón, por lo que te castigaré en nombre de... la justicia.

—Si shizun dice que no quedarás impune, esta vez lucharé con más fuerzas hasta sobrepasar las que tú posees —dijo Luo Bing-Mei con resolución mientras Shen Yuan se mordía los labios de vergüenza.

Por su parte, Bing-ge había tenido el deseo sincero de dejarlos ir a todos, tal y como lo había hecho comprender el Shen QingQiu inmortal, pero tras ver a ese shizun, a ese que tanto deseaba haber tenido, su odio se disparó hacia el cielo hasta el punto de devolverle más de la mitad de su energía resentida. Sus ojos brillaron en un escarlata intenso, la energía violácea rodeó su cuerpo por completo y avanzó furibundo.

—Si no puedo tener a ninguno, entonces tú tampoco puedes. ¡Nadie puede! —gruñó y desenvainó a Xin Mo en un abrir y cerrar de ojos en los cuales ya chocó espadas con Bing-Mei.

Fallo y reconfiguraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora