Reuniendo

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Adivinen, estoy enferma otra vez. -se cura de algo, se enferma de otra cosa-

Bueh, estuve muy adolorida esta vez, un virus más común y más corriente me agarró y me trató como a un SQH siendo golpeado tres veces al día. ñsdfjañs

Pero bueno, no hablemos de mí, les dejo el capitulo. Lamento informar que no hay moshang nsfw porque...  porque bueno, aún no hay pero habrá, les pido perdón (?) 

Ya dicho esto, disfruten del nuevo capítulo :3





Estar nervioso era la actividad más realizada por el Avión Disparando Hacia el Cielo y ahora que se fijaba cada cinco minutos que tenía al rey demonio del Reino del Norte de su novela metido en su cama, en su habitación y en su propio mundo, pues no sabía qué otra cosa hacer.

Se agarró del marco y miró de nuevo cómo su querido rey dormitaba, se había desmayado varias veces desde que llegó ya que no soportaba muy bien el calor. Aunque, en situaciones normales, era capaz de mantener su temperatura helada, no parecía verse muy poderoso en esos instantes por lo que supuso que debía ser un efecto secundario de haberse trasladado hasta allí.

Suspiró y entró a tocar su frente de nuevo, solo para asegurarse si necesitaba llenar la tina de hielo o no, cuando una mano helada le agarró la muñeca, asustándolo.

—Ay, mi rey... ¿Ya se despertó?

—QingHua... Se supone que yo vine a rescatarte —se quejó haciendo un puchero a lo que el autor no pudo evitar soltar una risita que hizo al demonio oscurecer más su semblante.

—Mi rey, en serio se lo agradezco mucho —agregó, tratando de aplacar su mal humor pero ya era tarde.

Se sentó al borde de la cama y se tapó el rostro con las manos mientras pensaba en lo afortunado que era. No podía creer aún que MoBei Jun hubiera cruzado entre mundos, le parecía la cosa más loca, pero ahí estaba él, derrumbado de fiebre en su cama por haberlo hecho y era más de lo que su corazón podía soportar.

Recordó aquellos meses en los no supo cómo se sostuvo moralmente con la tonta esperanza de que lo volvería a ver mientras que su lado más negativo lo empujaba diariamente a resignarse a la desoladora idea de que pasaría el resto de sus vidas solo y abrumado por la pérdida de un amado demasiado inalcanzable para él.

Al menos, el regreso de su compañero de transmigración le había dado un empuje a creer que sí podrían reunirse. Era el único que teorizaba locamente, día y noche; imaginándose que si alteraba la novela en los puntos adecuados lograría abrirles el paso o algo así. Esa locura fue lo único que lo mantuvo distraído de la aterradora realidad que se cernía sobre él al pensar que jamás volvería a ver a MoBei Jun otra vez.

MoBei Jun lo observaba con intriga hasta que notó que su humano lagrimeaba y todo en su interior se revolvió. ¿Estaba enfadado con él? ¿Lo que le dijo fue demasiado desagradable y lastimó sus sentimientos?

El rey del Norte no tenía aún sus recuerdos de regreso, pero sabía que si volvía a perturbarlo de nuevo sería capaz de irse de su lado y, obviamente, era algo que no quería que sucediera otra vez. Estiró una mano, preocupado, y tocó la ajena por más de que tuviera miedo de ser rechazado.

—¿Por qué lloras? —exigió saber el demonio que enderezado y comenzó a limpiar sus lágrimas que cayeron en pequeños cristales sobre el regazo de su Shang QingHua.

El autor se asombró ante ello y, un poco dolido aún pero tratando de no preocuparlo, le sonrió al fin.

—Solo estoy feliz.

Fallo y reconfiguraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora