Guiando

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Hola, volvemos con otra parte más. 

Volvemos un momento al mundo de Bing-Ge, los emperadores aún no se han ido y el Shen QingQiu (alias el emo) sigue ahí, junto con los niños. 

Si sigue así le daremos el título de niñera.

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***

Luo Bing-Ge se encontraba frente a frente a otro de sus alter egos de otra dimensión, aquél que se hacía llamar el emperador Luo Binghe.

¡Tan rimbombante! Le causaba escalofríos de lo exagerado que parecía.

—Binghe, deja de perder el tiempo y vámonos a casa —le ordenó su consorte con expresión de hartazgo—. Ya te dije que no necesitas demostrar tu hombría peleando con él, no seas ridículo y larguémonos. Cada segundo que paso aquí me siento más enfermo a causa de él.

—¿Cómo podemos irnos así sin más? ¡Te secuestró! ¡Se acostó contigo! Y quieres que lo deje así como así... ¡No! De aquí no me voy sin golpearlo —insistió y Luo Bing-Ge puso la mano en la empuñadura de su espada a la par que el otro, pero el segundo no desenvainó, pues un abanico le dio duro en la cabeza.

—¿En qué idioma quieres que te hable para que entiendas? —gritó el Shen QingQiu de cabellos de plata— No lucharás con él. Vámonos.

El emperador Luo Binghe bajó la cabeza, taciturnamente se giró hacia su esposo y lo miró con una expresión que mezclaba dolor y algo más que los otros no alcanzaban a entender. Su rostro estaba rojo, no sabían si de rabia o de indignación ante tal insulto. Shen QingQiu lo golpeó con su abanico como si se tratara de un niño, era denigrante en todos los sentidos y, además, lo estaba regañando como si fuera un tonto.

—Esposo mío... —dijo él con voz ronca, incluso desesperada—. No me golpees en público, por favor, que ya sabes cómo me pongo... —finalizó.

Sus dedos moviéndose de manera desagradable les dieron más de una idea de los pensamientos perversos que corrían por su mente en ese momento, haciendo que la espalda del Shen QingQiu que había asesinado a su pequeño Binghe temblara ante la impresión.

—¡Qué desagradable! —dijo, cruzándose de brazos.

Mientras, no muy lejos de él, Luo Bing-Ge los miraba intensamente. Cualquiera que conociera al señor de los demonios de ese mundo, diría que se encontraba indignado por la manera denigrante en la que ese Shen QingQiu de otro mundo había golpeado a una versión de él. Más..., lo que estaba sintiendo era realmente algo muy diferente, se moría de celos ante esa escena mientras se le secaba la boca de la simple idea de ser golpeado por el abanico de ese shizun.

—¿De verdad tienes que irte? —soltó él, incapaz de convencerse a sí mismo de dejarlo ir.

Por su parte, aquél Shen QingQiu le devolvió la mirada y solo asintió con su expresión severa.

—Pero, realmente quiero golpearlo —insistió el emperador Binghe cuando, de repente, un viento sopló y un portal se abrió frente a ellos.

Mientras los emperadores se prepararon para defenderse el uno al otro, desenvainando ambos sus espadas en una posición de defensa en la que se complementaban, Luo Bing-Ge se colocó en frente de sus hijos y el Shen QingQiu que aún estaba de su lado.

El portal se abrió y la figura delicada de una hermosa mujer salió de él, seguida de un hombre con un aspecto que realmente parecía imponente y agradable de ver. Ambos aterrizaron con suavidad sobre la tierra y, aunque fueran realmente llamativos por todas las razones mencionadas, lo más impresionante era que el segundo que había llegado tenía en sus manos a Xin Mo como los dos medio demonios.

Fallo y reconfiguraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora