∆ Rivalidades Amorosas ∆ [Inojin x Tú x Shikadai]

24

Shikadai y yo nos hemos quedado mirando por unos segundos en silencio, no era incómodo, era tranquilo y acogedor.

— Por cierto, Uchiha — dirigió su mirada al atardecer — Aún me debes una cita.

— Cierto, lo había olvidado — imite su acto.

— Entonces, mañana a las 2. — me miró — Pasaré por ti.

— Cla... — fui interrumpida.

— Claro, estaré encantado de salir contigo — dijo mi padre con una pose extraña y un sonrojo — Esperaré ansioso, joven Nara.

— A-ah, será un gusto señor Uchiha. — dijo con una sonrisa nerviosa — Me retiro, tengo que llegar temprano a casa.

Después de que se fue, mi padre volveo a verme. Tenía cara de querer una explicación.

— ¿Me dejarás ir con Shikadai? — le miré con ternura.

— No, sabes lo que pienso sobre este tema. — suspiro — Si vas a salir con alguien, que sea una persona que pueda protegerte.

Mi padre comenzó a caminar y le seguí, no se le veía molesto, solo preocupado.

— Deberías entender, tuviste mi edad — le miré — Debió gustarte alguien

— Si, había alguien — me miro con unos ojos tristes — Pero no pude protegerla y la perdí. — se notaba su tristeza — No quiero que te pase algo. Tú y tu madre son el motivo por el cual ya no soy como antes.

Me tocó el hombro y se agachó a mi altura, comenzó a rodearme con sus brazos para darme un abrazo.

— Solo quiero alguien digno de protegerte — me abrazo más fuerte — No quiero perderte a ti también.

— Confía en mi y en mi fuerza — lo abracé — Sabes que no soy tan débil. Además, es una cita, no es como que me fuese a casar con él.

Me despegue un poco de él y sonreí, el hizo lo mismo. Se levantó y miro a otro lado.

— Confiaré en ti.

••••

En serio no se qué se hace en una cita, desde que era pequeña solo me importaba el entrenamiento y los niños eran tema aparte. Así que decidí llamar a Dei y contarle todo.

— Entonces... Tienes una cita con el Nara — dijo Dei desde el otro lado del teléfono. — Solo se tú misma y ponte algo lindo.

— Dei, sabes que no se qué es "algo lindo" — solté un suspiro — ¿Que sugieres?

— Esperaba a qué me preguntarás — se escuchó que se acomodo — Podrías usar un vestido.

— No soy mucho de vestidos — suspiré — Pero es una buena idea.

— Que sea morado — se escuchó una voz diferente — Te va bien ese color.

— ¿Sasori? — intenté adivinar.

— Acertado. Dame el teléfono, maldita marioneta. Te dejo con el idiota de Deidara
¿A quien llamas idiota? — se escuchó un ruido raro del otro lado — Bueno, me cuentas como te fue.

— Claro, creo que para lo demás le pediré ayuda a mis amigas — me recosté en la cama.

— Si, suerte ¡Ya cuelga ese teléfono! ¡Ya voy! — se escuchaba como una pelea — ¡El recibo saldrá muy caro! ¡Ella llamo, maldito avaro! ¡Repitelo!¡A ver quién te vuelve a coser los brazos!.

Después de eso se no se escuchó nada, más que un leve sonido de desconectado. En serio Akatsuki es algo extraño. ¿Coser brazos? ¿Es posible?

Bueno, en unas horas será mi cita, tendré que pedir ayuda a Chou y a Sarada.