Pompeya

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Me preguntaba en qué indagabas

mientras te dejabas caer en alcantarillas meramente ilusorias.

Cuando a pesar del vértigo ajeno

desvanecías propia a tus actos

en cualquier noria de vete tú a saber...


Y a pesar de no tener banda sonora,

sonabas como las flores, olías como el azul y te veías como cualquier pieza de Chopin.


Aún se me escapa la tonalidad de tus mejillas cuando estas se sonrojaban.

Y lo bonita que te veías cuando intentabas recordar los nombres de todos los pájaros que tenías en la cabeza.


Sé que apostabas contra las nubes cuando sabías que iba a llover.

Firmabas los besos con cautela por si lograban escapar.

Y amabas tus caídas como quién falda de cicatriz.


He llegado a perderme 184 veces en tu espalda,

tomado el desvío incorrecto

y acabado en tu nariz.

Valorado más lo que dices que lo que piensas,

ignorado tus pupilas aún dilatándose.

Y dormido en una que otra clavícula.


Eras todo aquello que alguien sueña tener,

y lo otro que nadie puede poseer.


Eras aire.


Tan etérea como necesaria.

Catastrófica e indomable.


Eras bocetos,

Sonetos de Lorca,

Vida.


No sabría describirte, lo admito.

No hay vocablo que se digne a ti, ni hojas suficientes.


Pero allá donde los sauces rocen el cielo y las magnitudes decaigan.

Donde la naturaleza reina y no exista ninguna conexión.

Sé, a ciencia cierta, que podría hallarte, intuirte.


Tú que pudiste escapar.

Tú que odiabas huir.

Tú.


Dime como lo hiciste.

Cómo a pesar de todo

lograste postergar cada alusión.

Cómo inmaculaste todo a tu antojo...


No pido explicaciones,

puesto que tú no eres de esas

y tampoco las quiero.

No pido que vuelvas,

ni que me añores como lo llevo haciendo yo.

No quiero que afirmes, ni demuestres nada.

No quiero alentarme, otra vez.


Me conformo con las luces intermitentes,

Los sueños lúcidos.

Las nanas de madrugada

o el cantar de los gorriones

que alzan las alas ansiando el atardecer.


Me conformo y lo volvería a hacer.

No es que no te merezca,

es que nadie lo haría,

es que no hay manera de compartir algo tan verdad,

algo tan puro.


Es que, amor, no hay verso que te defina ni cantar que se asemeje.

Pompeya

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