Era un perro ciego.
De seguro que apenas tenía olfato
ni solía mover la cola.
Puede que te suene irónico,
pero he aprendido a gozar las náuseas
y a bailar con espantapájaros.
Me instalé en un código de barras
pese a haber sido denegada todas las veces anteriores
y etiquetada de frágil.
Buscaba tormentas,
convulsiones que desvelaran latidos.
Atragantarme hasta creerme porcelana.
Gritos anaranjados.
Escupir todos esos potros que me criaron
y añorarlos tras la bilis.
Romperme las muñecas.
Tatuarme quejidos...
Deshilacharme.
Buscaba el iris en mis ojos nublados.
Demostrar que seguía viva.
Convencerme.
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Sinestesia
PoesiaSinceramente y a pecho descubierto, no vas a encontrar nada adecuado aquí. Nada sigue pautas ni tiene recortes fijos, mas ni yo sabría calificar semejante atrocidad. Así que si proceder quieres en esta autopsia, rogaría que agrandaras un poco el tór...