Tientos

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¿Has tanteado alguna vez un precipicio? -Me dijo mientras rozaba la yema de sus dedos por mis labios- no voy a decir que el mío fueron tus ojos, ni que me dejé caer por placer. Tampoco voy a echarle la culpa a la inercia, ni decir que era inevitable el sentirte. Que no necesito el tacto para hallarte y lo sabes, más que nadie. Que no me hacia falta quitarte la ropa para desnudarte.

SinestesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora