1. La cita

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Hojeaba mi libro una y otra vez, se había vuelto aburrido después de la quinta vez, recordaba cada dialogo de los personajes, el amor, el sufrimiento y la felicidad estaban plasmada en cada capítulo de aquel libro, no me era difícil pensar en que el amor era algo absurdo, en cada libro que leí de romance los protagonistas sufren por amor ¿Quién quiere eso? Yo no, realmente no quiero pasar por esas etapas.

Mi familia posee una empresa y varios hoteles en el mundo, somos afortunados al tener dinero pero solo hay un problema las citas arregladas, los muchachos guapos buscando un romance en cuarto, otros son demasiado melosos y no dejan de llamar y otros muy aburridos tanto al punto de no haber leído ningún libro últimamente.

Mi padre me daría mi herencia no cuando el muriera sino cuando me casara con un muchacho de la alta sociedad, tenía estudios propios, pero si me negaba a hacerlo se me cerraban las puertas para una oportunidad de trabajo, después de todo el amor podrá mover montañas, pero el dinero mueve más gracias a la gente que cada día es más codiciosa. No me interesa la herencia en lo absoluto, pero si no me caso me quedare sin empleo.

¿Cómo podría casarme? Mi padre me había dado dos opciones. Casarme por amor o casarme con alguien útil. Sabía que yo jamás me había enamorado así que esperaba que me casara con alguien útil.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi padre.

-Hija, tienes una cita – dijo sonriendo

En ese momento suspire.

-Pero si es un buen partido – dijo sonriendo

Querrá decir “otro muchacho que tiene dinero”.

-Tu rostro – dijo mi padre mirándome

-¿Qué hay con él? – dije mirándolo

-Sonríe – dijo mirándome

Hice un gesto.

-Llegara la maquilladora en pocos minutos – dijo mi padre

-De acuerdo – dije mirándolo

-Debes verte bien – dijo mi padre

-Como sea… de seguro no será… - dije mirándolo

-Es tu última oportunidad – dijo mi padre con una sonrisa

-¿Qué? –

-Ambos… si no quieren casarse… quedaran sin nada – dijo mi padre

-¿Cómo? – dije con mirada fija en el

-Si… es el o nada de tu carrera – dijo sonriendo

En ese momento salió de la habitación. Mi padre sabía muy bien jugar con sus métodos, pero hablaba enserio, terminaría casándome si o si, el no sería el último, pero de seguro me quedare sin mi trabajo pronto.

Cuando llego la maquilladora me deje hacer lo de siempre, rímel, algo de rubor para mi pálida piel, delineador, labial y sombra para ojos. Luego de eso siempre llegaba mi madre con un vestido y zapatos. Esta vez todo era de un color negro usualmente ocupaba colores más claros, pero no me incomodaba mucho el color solo los zapatos. Tenía al menos 20 vestidos que ocupe antes para estas citas a ciegas y arregladas.

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