| 3 - Rumores. |

753 124 68
                                    

El pelirrojo se marchó minutos después que eligiéramos el nombre de Zuko. Insistí en llevarle a su casa en la motoneta para que no se retrasara más, pero él se negó rotundamente, mencionando que debía hacer un pendiente antes de ir a su hogar. ¿Acaso no me dijo que tenía que llegar a comer con su familia lo antes posible? Era extraño, pero no le di más vueltas al asunto.

Ambos decidimos turnarnos los cuidados de Zuko un día por un día de lunes a viernes; y los fines de semana lo rolaríamos de la misma manera. Parecía una tarea sencilla, pero no lo era. En medio de nuestro estudio de inglés, el bebé lloró por 2 ocasiones seguidas; una para comer y otra por hacer del baño. Aunque todo era meramente literario, su llanto iba más allá de lo ficticio. Era como si un bebé real estuviera atrapado dentro de ese plástico, llegando a ser un tanto ­­creepy.

Los instrumentos necesarios para los cuidados del muñeco incluían un biberón, una manta, un chupón y un pañal. El resto era trabajo de los sensores que poseía; para el cambiado de ropa cuando "hacía del baño" teníamos que retirar la prenda y ponerla de nuevo; para calmarlo y dormirlo cuando lloraba, teníamos que tomarlo en brazos y arrullarlo de un lado a otro por un par de minutos; y para alimentarlo, era suficiente con sostener la boquilla del biberón contra su boca por unos minutos.

Me preguntaba de dónde sacaba dinero el instituto para esta clase de cosas que sin duda parecían costosas. Probablemente contaban con un buen inversionista.

El resto de la tarde me la pasé ocupado con unas tareas y entreteniéndome con unos videojuegos para rematar cuando terminé, un tanto ansioso. No podía esperar a mi entrenamiento de mañana donde se definiría si entraba al equipo o no; aunque conociéndome, sabía que lo lograría. Yo era bueno en todo.

~

La mañana siguiente traía consigo un ambiente distinto en el salón de clases; el aura era una mezcla de pesimismo, cansancio y sueño. Varios de mis compañeros poseían ojeras y expresiones en su rostro de no haber dormido muy bien. Lo primero que vino a mi mente fue el proyecto con el infante; ¿Acaso el cuidado de esos bebés tenía algo que ver? No estaba del todo seguro. Mi atención se concentró en Tanjirō, quien, a diferencia de la mitad del grupo, él había llegado de una forma impecable al igual que el día anterior, como si nada extraordinario durante la noche hubiera sucedido. Probablemente los demás estaban sobre-exagrando, si Tanjirō pudo cuidar del bebé sin tener un efecto evidente en su persona ¡obvio que yo también podría!

Las clases terminaron finalmente, y el momento que tanto estaba esperando llegó. Una vez el timbre sonó, recogí las cosas de mi pupitre y me apresuré para salir a toda velocidad del salón.

Mi primera parada fue a los vestidores del equipo de fútbol, donde me puse la ropa deportiva para mi gran prueba. La siguiente media hora pasó en un santiamén, me presenté con los chicos del equipo, charlamos un rato y me explicaron la mecánica del club. Todo esto me emocionaba, lograba encontrar la forma de desatar toda mi tensión e hiperactividad con el ejercicio.

Empezamos con calentamiento, trotando alrededor del campo por diez minutos y proseguimos a hacer pases entre nosotros. En cuanto al uniforme, usaba mi propio casco por el momento; si lograba ingresar al equipo –que era un hecho definitivo que lo haría– me darían uno del instituto después. Las hombreras y las fundas, esas sí eran proporcionadas por la escuela misma desde ahora.

Un estudiante ajeno al entrenamiento se acercó hasta la posición del coach y después se retiró. Lo siguiente que escuché fue el grito del mismo con mi nombre.

—¡Hashibira, te buscan en la entrada! —Señaló el entrenador. Detuvimos la jugada que ya teníamos; forcé la vista para identificar de quién carajos se trataba y visualicé a Tanjirō en la entrada y agitando su mano en el aire. ¿Qué rayos hacía él aquí?

The Best of Me | • InoTan • |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora