PRÓLOGO: leyenda

47 2 0
                                    

Dos amantes se despiden.
Un último abrazo, un último beso, un último adiós.
Debe proteger a su niño de los hombres, que aterrados del castigo de los dioses pretenden exterminarlos a su madre y a él.
Un héroe, de nombre Perseo, ha sido enviado para matarlos, cree que un monstruo de pelo de serpiente, atemoriza a los alrededores del reino griego, maldiciendo y transformando en piedra a todo aquel que se interponga en su camino.
Un castigo peor que la muerte, o eso es lo que le dijeron los dioses a Perseo.

Pero aquella noche, para Medusa solo existía su amada Irinea y su niño, que ha sido legado con la maldición de Atenea.
Juntos se escondieron pero no fue suficiente y el rey envió al héroe para exterminar al monstruo.
Medusa intento alejar a los soldados de su hogar y familia, para luego poder regresar.
Pero, como es de todos conocido, acorralada en una cueva, mientras dormía para descansar de su larga travesía, el héroe equipado con las armas que los dioses le habían otorgado, dió muerte a Medusa.

Y aunque su amada siguió esperando varios días y varias noches, Medusa nunca regresó a casa.
El tiempo pasó, y el reino fue cambiando junto a su gente.

Aquel niño maldito creció, siendo criado por su única madre con amor y afecto. Aprendiendo a esconderse de los ojos de los hombres, evitando seguir el mismo destino que su madre.

Por otro lado.
Perseo rescató a la princesa Andrómeda y se convirtió en rey de Tirinto. Juntos formaron una gran familia e hicieron prosperar el pequeño reino.

Para muchos la leyenda ahí termina.

Pero, en esta historia, es solo el comienzo.

Sombra de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora