H

504 51 7
                                    


❝ —Todos somos crueles pequeño niño. ❞

Habían acabado las fiestas y, con ellas, las vacaciones de invierno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Habían acabado las fiestas y, con ellas, las vacaciones de invierno.

Magnus, si bien era un buen estudiante, en sus dos años en el jardín de infantes nunca había estado feliz de ir a la escuela. Es más, era algo normal en él llorar por las mañanas, abrazándose a lo primero que encontrara para no ir a ese horrible lugar donde estaría alejado de su hogar durante cinco largas horas.

Por ello, le extrañó en demasía a la señora Bane el hecho de que Magnus se hubiera despertado de tan buen humor. Incluso había arreglado su cama y recogido sus juguetes.

—Ya estoy listo —avisó con su mochila azul pastel en la espalda, su lonchera en la mano y en la otra un gran bolso, donde se suponía había una muda de ropa limpia por si se ensuciaba en el jardín.

La mujer asintió en respuesta y tomó las llaves del auto.

Magnus subió al asiento trasero. En el camino se la pasó mirando a la ventana, emocionado por llegar a su salón y presentarles su nuevo amigo a sus compañeros. Estaba seguro de que Alexander les agradaría, tal vez incluso se harían sus amigos y dejarían de decirle cosas tan feas. Ese día no podría ser mejor.

—Llegamos Magnus, pórtate bien, no quiero que tu maestra me llame para darme alguna queja —advirtió su madre mientras abría la puerta de la camioneta.

—Sí, mami, me portaré bien.

—Más vale. Cualquier cosa le dices a tu maestra para que hable a la oficina de tu papá o la mía —le dio una última mirada a su pequeño hijo —. Cuídate Magnus, te quiero.

—Sí mamá, yo igual te quiero.

Se despidió de su madre con su manito y se adentró en la escuela. Sus maestras le dieron los buenos días y lo llevaron al patio de juegos con sus demás compañeros en lo que comenzaba la formación para el homenaje correspondiente a cada inicio de clases.

—¿Puedo jugar?

Preguntó al ver a sus compañeros reír divertidos mientras jugaban en una alberca de pelotas. Los pequeños cesaron sus risas y fruncieron su ceño. No querían juntarse con aquel rarito, sus madres les habían advertido que si se juntaban con Magnus Bane se enfermarían y, además, tendrían un castigo.

—No —respondió un niño por todos los demás —. No te queremos aquí.

—¿Por qué? ¡He traído a mi nuevo amigo! —exclamó sonriente a pesar de las palabras dichas por Jace, simplemente quería tener amigos como todos los demás.

Su madre siempre le decía que no le gustaba para nada que llevara al muñeco a todas partes, por ello, antes de ir a la escuela Magnus sacó la camiseta, el boxer y los pantalones limpios que su mamá había metido en el bolso y escondió a Alexander allí dentro.

DOLLHOUSE (MALEC) (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora