❝ —Volver a lo mismo, sangre verter en un tobogán de piel. El amigo imaginario te está torturando otra vez. Pequeño niño ¿no lo puedes ver?, tu muerte está próxima como él.❞

Sollozaba escondido entre los disfraces, los moretones se hacían ver en la piel Canela de sus brazos y piernas

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Sollozaba escondido entre los disfraces, los moretones se hacían ver en la piel Canela de sus brazos y piernas. Sus padres se hallaban discutiendo en la otra habitación, mientras que a él lo habían encerrado en el ático.

El señor Bane le exigió que le diera al muñeco en cuanto terminó de golpearlo.

"Voy a quemar a esa maldita muñeca" esas fueron sus palabras.

Sin embargo, Alexander no estaba en la habitación. Lo buscó por un buen rato mientras su padre le gritaba que le dijera donde lo ocultaba, Magnus le explicaba que él no lo había escondido y que no tenía idea de dónde podría estar. Así estuvieron un rato hasta que su padre se dio por vencido y se fue a su despacho seguido de la señora Bane.

Quizás Alexander había huido.
Él también quisiera huir.

Sintió algo húmedo recorrer su belfo y tocó sus labios. Dolía.

Bajó su vista a sus dedos, encontrando aquel líquido rojizo que salía siempre que se hacía alguna herida. Odiaba la sangre.

Intentó levantarse, pero sus piernas dolían a tal punto que no podía dar siquiera un paso. Su espalda también la sentía escocer, al igual que su pómulo izquierdo.

Como pudo, se levantó y llorando caminó hacia el espejo.

Era feo. Era muy, muy, muy feo.

Su ojo izquierdo se había encogido y el lugar debajo de éste se encontraba hinchado y de un tono violáceo, su vestido favorito estaba totalmente destrozado y, a través de sus rasgaduras, se podían ver más y más moretones. Lo levantó un poco, dejando ver manchas moradas a lo largo de su abdomen y espalda.

Levantó su mirada nuevamente, contuvo un jadeo al ver su labio roto y sangrante.

Estaba roto. Él estaba roto.

Y entonces cayó al suelo.

Lloró y lloró, pataleó al aire. Quería ayuda. No podía más.

Le hizo un berrinche a la vida por haberlo traído al mundo.

Estaba a punto de quedarse dormido cuando unos pasos se escucharon por las escaleras.
Los gritos de sus padres aún se seguían escuchando, así que... ¿quién podría ser?

La puerta del ático se abrió y unos zapatos de plástico avanzaron hacia él, poco a poco levantó la mirada, encontrándose con la sonrisa de Alexander frente a él.

—Tus suplicas han sido escuchadas, tus lamentos han sido cesados; así tus oídos sean de plástico, mis oídos serán de carne.

Magnus no entendía qué era lo que quería decir, pero sonrió.

DOLLHOUSE (MALEC) (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora