Máscara.

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Allí va ella, tan hermosa, alegre y sonriente como siempre; con la frente en alto, la espalda recta y el paso firme; con el pelo ordenado, las uñas y pestañas pintadas, toda bonita y feliz.
¿Ustedes también la ven? Ven su máscara, ¿no? Ven que esa que se ve ahí, no es su verdadero "yo", ¿no? ¿Logran distinguirlo?
Ahí va ella con ojeras notablemente marcadas, se la nota cansada, decaída, triste. Se nota que hoy no se maquilló y que, claramente, hay algo que la tiene tan mal, al punto de robarle el sueño y la sonrisa.
Su sonrisa, muestra que ella está bien, que esas ojeras, que ese pelo desordenado, que esa cara de cansancio son muestra de que se quedó hasta tarde haciendo alguna tarea o estudiando; pero no. La noche le robó el sueño, la sonrisa, las ganas de intentar verse linda.
Es obvio que no hizo la tarea ni estudió, sino que simplemente trasnochó llorando, preguntándose porque no es suficiente, intentando no hacer mucho ruido para que nadie la escuche. Trasnochó llorando porque ya no da más, está cansada de esta rutina de llanto eterno y nocturno, está cansada de que nada le salga bien, está cansada de no sentirse bien.
Quiere sentirse bien, pero no puede. Algo no se lo permite, y ese algo, es su consciencia que la acosa todas las noches hasta hacerla llorar.

Domingo 24 de noviembre del 2019.

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