capítulo ocho

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Me sentía mal. Literalmente durante toda la clase del Sr Farrés, Kentin se la había pasado con un gesto claramente decaído. En ocasiones se miraba molesto, y hasta podría decirse que decepcionado. A un primer momento, quise convencerme que ya se le pasaría. Pero después recuerdo lo que me había dicho desde un comienzo, y como él había dicho que ya había pensado hablar con Alexy.

Entonces, me sentí todavía más mal. Kentin naturalmente, ya sentía remordimientos por lo que había sucedido el fin de semana. Ya se iba a disculpar. Y yo había intervenido en eso. Lo había arruinado todo.

—Hey, Su. ¿Qué sucedió? —Los ojos de Alexy que reflejaban confusión se voltearon a verme. Pero no una cualquiera. —Rosalya me dijo que, habías hablado con Kentin.

Inmediatamente, el terror se había apoderado de mí. Miles de cosas se habían comenzado a pasar por mi cabeza. «Me va a odiar», «se va a enfadar", «en cuanto lo sepa todo me va a detestar», «me dejará de hablar». Tenía miedo. No quería perder la amistad de Alexy. Temía que no quisiera volver a hablarme. Que no me pudiera perdonar. Que todo se fuera a la basura.

—Eh, ¿estás bien? — Y entonces rió como si no estuviéramos ni siquiera en medio de una clase. Como si nuestros susurros no me estuvieran carcomiendo. —Oye, solo te quería decir que pienso hablar con Kentin. Ya no me siento tan mal. Además, no sé por qué, pero me ha visto raro durante toda la clase. Creo que le voy a preguntar tu sabes...

—¡No! —Le interrumpí captando la atención de todos.

—Señorita Sucrette. —La profesora Delanay volteó con enfado para verme. —¿Hay algo que quiera compartirle a toda la clase?

Ni siquiera sabía cómo actuar. Mi voz y corazón cada vez se sentían más precipitados y Alexy comenzaba a verme también raro.

—E-eh... No, no. Yo... Lo siento mucho. —En cuanto la profesora se había dado nuevamente la vuelta, me volví a dirigir hacia Alex. Me sentía nerviosa. No podía dejar que todo se empeorará. Si Alex hablaba con Kentin se enteraría de todo lo que le había dicho, y estaría muerta. No podría soportar una mala mueca o pelea con mi mejor amigo. Tenía que hacer algo.

—¿Y por qué no? —Levantó la ceja en espera de una respuesta.

—Eh, porque, verás. —Seguía terriblemente nerviosa. Sabía que ningún error se arreglaba repitiendo el mismo error. Simplemente embararía todo lo que ya había hecho. Pero en ese momento, estaba seca de ideas, y honestamente, sólo pensaba decir algo que evitará que él hablara con Kentin, a toda costa. —Es que él, la verdad es que no quiere hablar contigo.

Y Alexy había hecho ese mismo gesto que me dijo que había estropeado algo otra vez. —¿De verdad? ¿Qué fue lo que te dijo? A lo mejor aún así puedo hablarlo con...

—Es que el dijo que toda esa situación lo tenía muy frustrado, ¿sabes? —Interrumpí entre susurros para cuidar no ser escuchada por Delanay.

—¿Frustrado cómo? —Volvió a arquear su ceja mientras me miraba confuso.

—Ahhh, por la manera en que habías reaccionaste ante todo. Dijo que tú no solías llorar y que eso le parecía un poco Infanti.

—¿Q—QUÉ? ¿Eso dijo él? —Ahora él había sido quien había llamado la atención de Delanay.

—¡Suficiente! ¡Si vuelvo a escuchar una interrupción más los dos se salen de mi clase! ¿Entendido? —Ambos asentimos con un pequeño «lo sentimos, Sra Delanay». Pero enseguida, continuamos con nuestra conversación.

—No, no, no. O sea, sí dijo eso pero... —Los nervios me estaban traicionando, y no quería volver a ser regalada por la maestra. Solo quería terminar con la plática. — Lo que quiso decir es que era idiota. O sea... Medio egoísta. Por exagerar así, o sea...

Navidad Sin Ti: Kentin & AlexyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora