(Piloto)

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Mi primer recuerdo es esa arpía de plumaje nevado con marrón obscuro, a quien me alegra poder llamar madre. Casi siempre la visualizo manipulando llamaradas desde las palmas de sus manos. Ighkí es una incendiaria y no solo posee la habilidad de controlar y maniobrar el fuego, también puede producirlo por cuenta propia. Todas estas cualidades la hace buena para pelear, destruir y cocinar. En teoría, estas habilidades son enseñanzas pasadas de generación en generación por parte del linaje de mi madre... aunque, no todos estamos destinados a poseer dicho honor. El claro ejemplo de esto último es mi hermana menor, Saga, quien a pesar de mostrar aptitudes bélicas (Típico en incendiarios.) y de entrenar arduamente a lo largo de su infancia, nunca pudo avasallar el fuego, en cambio, sus habilidades mágicas de domadora de viento se hicieron presentes a muy temprana edad y de manera natural.

-Ya sé que se ve excepcional, algún día, tu tendrás la oportunidad de verte así de excepcional también.- Mi madre me dijo más de una vez, aunque también mencionó algo de una prueba en la cual se me debería de juzgar. No se tu pero yo nunca he sido muy fanático de ser juzgado, por tanto me encuentro feliz de que no sucedio así, ya que de haber tenido habilidades de incendiario tendría que ser enviado por al menos un par de años a un castillo para estudiar magia con la finalidad de poder entrar a la academia militar. Hacer esto último me llevaría consecuentemente a poseer el honor de servir a nuestra orgullosa nación y traer altivez a mi nombre. Más o menos como el sendero que tomó mi hermana Saga, quien fue prácticamente forzada a enlistarse a Vals Heim el año pasado para perfeccionar sus conocimientos de domadora de vientos.

Mi madre siempre ha sido muy orgullosa, inclusive tomando en cuenta el factor de que estamos hablando de una criatura alada. A pesar de tener un cuerpo de huesos ligeros, ella ha demostrado ser una excepcional guerrera y practicante de la ralea mágica del fuego. Tan es así, que se unió al ejército del imperio a muy temprana edad, muchos años después y ahí mismo bajo servicio y comando imperial conoció a mi padre, "El zorro dorado", aunque para ser sinceros, su pelaje en realidad era naranja rojizo con negro como el mío. Mismo apodo fue reforzado por la población común y su armadura de dicho color oro. Papá era un asesino de capucha hasta que se unió al escuadrón de mi Madre y mucho tiempo después se convirtió en directivo de la asociación de ladrones de Val Than.

Mi hermana tiene mejor memoria que yo y me ha contado de como puede recordar detalles de como era lo mismo cada día en la cocina, mismo té en el mismo contenedor de cristal soplado con la misma tapadera de madera, siempre las mismas galletas y la misma expresión en Mamá, una expresión de seriedad, concentración y absoluto control de su espacio personal. -"No hay nada que me dé más paz en este reino que ese rostro... y hambre."- Él llegó a decir con una sonrisa, y yo tambien concuerdo rotundamente, aunque nunca lo he dicho en voz alta. Mi madre siempre ha dicho que solo tiene un rostro y era el mismo que ella ponía cuando estaba al frente de peligrosas misiones, batallas, duelos, peleas o un horno.

Papá murió hace 10 años, cuando yo tenía catorce y mi hermana tenía cuatro. -"Una misión se complicó, Papi no regresará."- Le dijo mamá una tarde a mi hermanita y desapareció por días a la vez dirigiéndose a su habitación. Esta situación se mantuvo constante por casi dos meses, tuve que aprender a cocinar y eventualmente a robar comida con nuestra vecina Tomasa (Una pantera negra). Nunca entramos en detalles acerca de la muerte de Papá, a nadie le hacía falta dirigirse en ese sendero, supongo.

Ahora mi madre tiene a alguien por quien sonreír, Pretelius, él ha sido bueno con mamá y tengo que admitir que ha sido bueno con nosotros también. Siendo también un prominente guerrero, se encargó de enseñarnos lo básico en combate y aunque nunca pude realmente mostrar interés genuino en sus doctrinas (Y honestamente ni por la vida en general.) mi hermana menor parecía haber nacido para absorber todo lo que él pudiese enseñar respecto a pelear. Digo esto sin ser exagerado, yo le llevo más de diez años de diferencia, pero ella lleva más de cinco pateándome el trasero en combate, incluso es mejor con el arco y flechas pese a que yo he invertido más tiempo en práctica.

Fennek El IlusionistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora